lunes, 30 de mayo de 2016

DÍA 30 DE MAYO . "MISERICORDIAS MARIAE IN AETERNUM CANTABO"

DÍA 30 DE MAYO
[Después de recitar el santo rosario y las letanías, se da comienzo al piadoso ejercicio del mes de mayo, con algún canto introductorio como “Venid y vamos todos”.]
INVOCACIONES INICIALES
A LA VIRGEN MARÍA, REINA Y MADRE DE MISERICORDIA
Te saludamos, Virgen María, Reina clemente que, habiendo experimentado la misericordia del Padre  de un modo único y privilegiado, acoges a todos los que en ti se refugian y los escuchas cuando te invocan.  Avemaría y Gloria
Te saludamos, Virgen María, Madre de la misericordia, atenta siempre a los ruegos de tus hijos, para impetrar indulgencia y obtenerles el perdón de los pecados.  Avemaría y Gloria
Te saludamos, Virgen María, dispensadora del amor divino,  que ruegas incesantemente a tu Hijo por nosotros, para que su gracia enriquezca nuestra pobreza y su poder fortalezca nuestra debilidad.  Avemaría y Gloria

DÍA 30  DE MAYO
[Después se lee lo propio para cada día del mes]
La caridad de María para con nosotros, según nos lo afirma san Bernardo, no puede ser ni mayor ni más poderosa de lo que es. Por lo cual se compadece siempre generosamente de nosotros con su cariño y nos socorre con su poder. Siendo, por tanto, purísima Reina mía, rica en poder y rica en misericordia, puedes y deseas salvamos a todos. Te diré, pues, hoy y siempre, con el devoto Blosio: “María santísima, en esta gran batalla que con el infierno tengo empeñada ayúdame siempre, y cuando veas que me hallo vacilante y próximo a caer, tiéndeme entonces, Señora mía, más pronto tu mano y sostenme con más fuerza”. ¡Dios mío, cuántas tentaciones tendré que vencer hasta la hora de mi muerte! María, esperanza, refugio y fortaleza mía, no permitas que pierda la gracia de Dios, pues propongo acudir siempre a ti en todas las tentaciones, diciendo:
Jaculatoria: Ayúdame, María; María, ayúdame.

ORACIÓN PARA FINALIZAR LA VISITA DIARIA
¡Inmaculada Virgen y Madre mía santísima! A ti, que eres la “Madre de mi Señor”, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza y el refugio de los pecadores, acudo en este día yo que soy el más necesitado de todos. Te alabo, Madre de Dios y te agradezco todas las gracias que hasta ahora me has hecho, especialmente la de haberme librado del infierno que tantas veces he merecido.  Te amo, Señora y Madre mía, y por el amor que te tengo te prometo servirte siempre y hacer todo lo posible para que seas también amada de los demás. En ti pongo mi esperanza y mi eterna salvación.  Madre de misericordia, acéptame por tu hijo y acógeme bajo tu manto, y ya que eres tan poderosa ante Dios, líbrame de las tentaciones y dame fuerza para vencerlas hasta la muerte. Te pido el verdadero amor a Jesucristo. De ti espero la gracia de una buena muerte.  Madre mía, por el amor que tienes a Dios, te ruego que siempre me ayudes, pero mucho más en el último momento de mi vida. No me desampares mientras no me veas a tu lado en el cielo, bendiciéndote y cantando tus misericordias por toda la eternidad. Amén. [Se puede terminar con alguna oración popular a la Virgen como la Salve, Oh Señora mía, Bendita sea tu pureza, etc, o un canto apropiado.]