domingo, 1 de mayo de 2016

JOSÉ FUE CARPINTERO, BUSCANDO EL SUSTENTO CON EL ARTE Y EL TRABAJO DE SUS MANOS. San Alberto Magno, obispo


Homilía de maitines

1 de mayo
San José Obrero, Esposo de la Santísima Virgen
Forma Extraordinaria del Rito Romano

Homilía de san Alberto Magno, obispo
El sábado entró en la sinagoga, donde se había reunido todos con la intención de escucharle. Y en la sinagoga, los ojos de todos estaban fijos en él. Unos lo hicieron por devoción, otros por curiosidad, y otros observándolo para cogerlo en alguna palabra. Y decía los escribas y los fariseos al pueblo, que ya había concebido la fe y la devoción: ¿No es éste el hijo de José? Su desprecio es manifiesto por no dignarse a llamarle por su nombre. Hijo de José: este evangelista dice menos que lo que por Mateo y por Marcos se hará más manifiesto. ¿No es éste el hijo del carpintero?  ¿No es éste el carpintero, hijo de María? Todas estas cosas son dichas despectivamente.
Se dice de José que fue carpintero, buscando el sustento con el arte y el trabajo de sus manos, y no comiendo el pan en el ocio y los placeres, como los escribas y fariseos hacían. Lo mismo María busco el sustento con el trabajo de tejer y la destreza de sus manos. Y este es el sentido de sus palabras: Éste, despreciable y pobre de nacimiento, no puede ser el Cristo Señor, ungido por Dios. Y no creyeron en él por considerarlo paisano y de baja condición. 

Trabajador fue también el Señor: por lo que el profeta dijo de él: “Tú has hecho la aurora y  el sol. El mismo modo despectivo está en el libro de los reyes, cuando dijeron de Saúl al ser promovido al Reino: ¿Qué le pasa al hijo de Cis? ¿Por ventura también Saúl está entre los profetas? Pequeña expresión que conlleva un gran desprecio. Por lo que el Señor dijo: En verdad os digo que ningún profeta es recibido en su patria. Se llama así mismo profeta. Y lo es porque conoce todas las cosas por su divinidad, no porque reciba revelación de inspiración. Llama patria suya al lugar de su concepción y crianza. Y no es aceptado por sus convecinos, que incitaban a la envida hacia él.