Santo Rosario.
Por la señal...
Monición inicial: Meditamos el rosario de hoy con San Anselmo,
obispo y doctor de la Iglesia.
Señor
mío Jesucristo...
MISTERIOS DOLOROSOS
1.
La Oración de Jesús en el Huerto
“Y
tú, Señor, ¿hasta cuándo nos olvidarás? ¿Hasta cuándo apartarás de nosotros tu
rostro? ¿Cuándo volverás hacia nosotros tus miradas? ¿Cuándo nos escucharás?
¿Cuándo iluminarás nuestros ojos? ¿Cuándo nos mostrarás tu rostro? ¿Cuándo
accederás a nuestros deseos? Señor, vuelve tus ojos hacia nosotros, escúchanos,
ilumínanos, muéstrate a nosotros. Sin ti no hay para nosotros más que
desdichas; ríndete a nuestros deseos para que la dicha nos venga de nuevo. Ten
piedad de nuestros trabajos y de los esfuerzos que hacemos para llegar hasta
ti, sin cuyo socorro no podemos nada. Tú nos invitas, ayúdanos. Señor, yo te
suplico que la desesperación no reemplace a mis gemidos; que la esperanza me
permita respirar. Suplícote, Señor; mi corazón está sumergido en la amargura de
la desolación que lleva en sí; endulza su pena por tus consuelos..”
2.
La flagelación de Jesús atado a la columna.
“Señor,
empujado por la necesidad, he comenzado a buscarte; no permitas, te lo suplico,
que yo me retire sin quedar saciado. Me he acercado para apaciguar mi hambre;
que no tenga que volverme sin haberla satisfecho. Pobre como soy, imploro tu
riqueza; desgraciado, tu misericordia; que la negativa y el desprecio no sean
el efecto de mi oración. Y si suspiro por la llegada de ese precioso alimento,
que al menos no me falte después de la prueba. Encorvado como estoy, Señor, no
puedo mirar más que la tierra; enderézame, y mis miradas se dirigirán hacia los
cielos. Mis iniquidades se han alzado por encima de mi cabeza, me rodean por todas
partes y me oprimen como una carga pesada. Desembarázame de estos obstáculos,
descárgame de este peso; que no me encierren en sus profundidades como en un
pozo. Que me sea permitido volver los ojos hacia tu luz desde lejos o del fondo
de mi abismo. Enséñame a buscarte, muéstrate al que te busca, porque no puedo
buscarte si no me enseñas el camino. No puedo encontrarte si no te haces
presente. Yo te buscaré deseándote, te desearé buscándote, te encontraré
amándote, te amaré encontrándote..”
3.
La coronación de espinas
“Así,
pues, ¡oh Señor!, tú que das la inteligencia de la fe, concédeme, en cuanto
este conocimiento me puede ser útil, el comprender que tú existes, como lo
creemos, y que eres lo que creemos. Creemos que encima de ti no se puede
concebir nada por el pensamiento. Se trata, por consiguiente, de saber si tal
Ser existe, porque el insensato ha dicho en su corazón: No hay Dios..”
4.
Nuestro Señor con la cruz a cuestas camino del Calvario
“¡Cuán
desgraciado soy, hijo infortunado de Eva apartado de Dios por el crimen! ¿En
qué empresa me he metido? ¿Qué es lo que he hecho? ¿Dónde iba? ¿A dónde he
llegado? ¿Qué es lo que yo pretendía? ¿A qué término he llegado? ¿Quién suscita
mis suspiros? He buscado la dicha, y la consecuencia ha sido la agitación. Yo
quería ir hasta Dios, y no he encontrado más que a mí mismo. Buscaba el
descanso en el secreto de mi soledad, y no he encontrado en el fondo de mi
corazón más que dolor y tribulación. ¿Quería alegrarme con toda la alegría de
mi alma? Me veo obligado a gemir con los gemidos de mi corazón. Esperaba la
felicidad, y no he encontrado más que una triste ocasión de redoblar mis
suspiros.”
5.
La crucifixión y muerte del Señor
“Yo
te suplico, ¡oh Señor!, haz que te conozca, que te ame, a fin de que encuentre
en ti toda mi alegría. Y si en este mundo no puedo alcanzar la plenitud de la
dicha, que al menos crezca en mí cada día hasta ese momento deseado. Que en
esta vida cada instante me eleve más y más al conocimiento de ti mismo, y que
en la vida futura este conocimiento sea perfecto; que aquí mi amor por ti
aumente, que allí alcance su plenitud; que aquí mi alegría en esperanza sea
cada vez mayor, que allí sea completa.”