viernes, 1 de enero de 2016

JESÚS, SOLO EL ES SANTO EN TODO


Homilía de maitines

OCTAVA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
Forma Extraordinaria del Rito Romano

Homilía de San Ambrosio, Obispo.
El Niño, es circuncidado, ¿Quién es este niño, sino aquel del cual fue dicho: “El Niño ha nacido para nosotros y el Hijo nos ha sido dado”? Se constituyó debajo de la ley para ganar a los que estaban sujetos a la ley. “Para que le presentaran al Señor”. Qué significa ser presentado al Señor en Jerusalén, lo explicaría, sino lo hubiera ya hecho en los comentarios de Isaías. Al que esta circuncidado de todo vicio, se le juzga digno de ser mirado por el Señor, ya que los ojos del Señor están sobre los justos. Con esto puedes ver cómo toda la serie de la ley antigua es figura de lo venidero, pues la circuncisión significa purificación de los delitos.
Mas como cierta propensión al pecado, la debilidad de la carne y mente humana se ven envueltas en multitud de vicios, por eso el día octavo es la figura del tiempo de la resurrección y de nuestra futura liberación de todo pecado. A esto se refiere lo que esta escrito: “Todo varón al nacer será ofrecido al Señor”. Y a la verdad, por las palabras de la ley, se anunciaba el parto de la Virgen cuyo fruto fue verdaderamente santo, porque fue inmaculado. Que él fue designado por la ley, lo declaran las palabras del Ángel: “El que nacerá de, dice, Santo, será llamado Hijo de Dios”
Pues de los nacidos de mujer, sólo es santo en todo Jesús, quien en aquel parto inmaculado no experimento los contagios de la terrena corrupción, sino que los apartó con su majestad celestial. Y a la verdad, si seguimos lo que indica la letra: ¿cómo podremos tener por santo a todo varón, cuando no ignoramos que muchos fueron en gran manera malvados? ¿Acaso fue Santo Acab? ¿Acaso fueron santos aquellos profetas que por la preces de Elías fueron consumidos por el fuego divino?. Peor lo es verdaderamente aquel a quien, en representación del misterio futuro, prefiguraban las piadosas prescripciones de la ley divina, ya que él solo había de comunicar la santidad de una inmaculada fecundidad a la santa Iglesia, para engendrar a los pueblos de Dios.