VIGILIA DE LA
ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Forma
Extraordinaria del Rito Romano
En
aquel tiempo, Jesús alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la
hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el
poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que
tú le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti el único Dios
verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la
tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre,
glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el
mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado
tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu
palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las
palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han
reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado.
Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque
son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido
glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el
mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado,
para que sean uno como nosotros.
Jn 17,1-11