Meditación XX
Los primeros pasos que dio el Niño Jesús
VIVA JESÚS!
Ó SEA
MEDITACIONES
SOBRE
LA INFANCIA Y VIDA OCULTA DE JESUCRISTO
San Enrique de Ossó, presbítero
Oración preparatoria
para antes de la meditación.
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en quien creo y espero, a quien adoro y amo con todo mi corazón y me pesa de haberos ofendido, por ser bondad infinita, a Vos consagro este cuarto de hora de oración para que me deis gracia eficaz para conocerme y conoceros, amaros siempre más que todos los corazones, y haceros amar por todos. ¡Oh Padre eterno, oh María Inmaculada! dadme a conocer a vuestro Hijo Jesús, señor san José y santa Teresa de Jesús, descubrid a mi alma los encantos y perfecciones de vuestro Jesús, para enamorarme de sus bondades y hermosura, y ser toda de Jesús ahora y siempre. Amén.
Composición de lugar.
Imagina que se te presenta el divino Niño Jesús bajo la forma agraciada de pastorcillo de las almas, que tiene en su mano la marca que dice: ¡Viva Jesús! Imagínate tú, su ovejuela, hasta hoy descarriada, postrada a sus pies, convertida y desengañada, y que le pides que te marque por suya y grabe en tu exterior, y en lo más íntimo del corazón: Viva Jesús mi amor: soy toda de Jesús mi Redentor.
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Meditación XX
Los primeros pasos que dio el Niño Jesús
Punto primero. Contempla, hija o hijo mío, una de las escenas más tiernas que puede apetecer tu corazón. En la habitación que hoy día se visita en el antiguo Cairo, que antiguamente se llamaba Fostar, donde habitó la sagrada Familia los años que estuvo en Egipto, la que no es otra cosa que una oscura gruta cavada en piedra sin otra luz que la que recibe de la puerta, allí, en aquella pequeña estancia, un día, después de alimentar la Virgen Santísima a su hijo Jesús, este empezó a andar por primera vez, dirigiendo sus pasos con amor hacia su Madre María, y después a san José. ¡Benditos pasos de mi Infante Jesús, quién pudiese besar sus huellas!... ¡Con qué ternura María le estrechó a su hijito Jesús en sus brazos, y le agradecería esta fineza! ¡Con qué gozo san José al apretarle contra su seno le imprimiría miles de besos en su frente divina!
¿No ambicionarías tú tener igual dicha, hija mía?... ¡Oh María! ¡Oh José! dadme a gustar lo que sintieron vuestros corazones paternales al ver por primera vez al que sostiene con tres dedos la mole del universo, dirigirse con paso trémolo y vacilante hacía vosotros! ¡Oh Niño mío muy amado! ¡Quién hubiese podido alargarte la mano para ayudarte en este primer paso de tu vida mortal, para que Tú me la alargaras, para llegar a la eterna! No me dejes, Jesús mío, ayúdame y sálvame.
Punto segundo. ¿Qué te enseña Jesús, hija mía o hijo mío, con su admirable conducta? Esto te indica que tus primeros pasos en el camino de la vida espiritual debes enderezarlos a María y a José... que tus primeros amores deben ser para María y José... tu principal devoción, tus obras, tus prácticas piadosas, debes dirigirlas a María y a José... Así progresarás en la vida espiritual, así perseverarás en la virtud. ¡Oh María, mi buena Madre, y padre y señor mío san José! vedme en vuestra presencia como niña tierna que con paso vacilante aprende a andar por el camino de la virtud: es áspero y difícil este camino... por esto me arrojo en vuestro regazo para que me confortéis. Apoyada y dirigida por vuestra poderosa mano, andaré con paso ligero, volaré segura por el camino del cielo sin caer, ni tropezar, ni retroceder jamás. ¡Oh Jesús, María y José! guardadme como a la niña de vuestros ojos, guiadme, hacedme santa, salvadme.
Fruto. En todas mis obras procuraré tener siempre gran pureza de intención, haciendolo todo por Jesús, María y José.
Padre nuestro y oración final.
Oración final para todos los días.
Os doy gracias, Jesús de mi corazón, por el conocimiento y amor de Vos que me habéis comunicado en este cuarto de hora de oración, y por los santos propósitos que me habéis inspirado para conoceros y amaros y haceros conocer y amar de otros corazones… Os lo ofrezco todo a vuestra mayor honra y gloria… ¡Oh Padre eterno! Por María, por José y Teresa de Jesús, dadme gracia para decir siempre con toda verdad: Viva Jesús mi amor; soy toda de Jesús en vida, en muerte y por toda la eternidad. Amén.
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.