miércoles, 22 de enero de 2025

23. JESÚS EN EL TEMPLO CON LOS DOCTORES. San Enrique de Ossó

Meditación XXIII

Jesús en el Templo con los doctores.

 

VIVA JESÚS!

Ó SEA

MEDITACIONES

SOBRE

LA INFANCIA Y VIDA OCULTA DE JESUCRISTO

San Enrique de Ossó, presbítero

 

Oración preparatoria

para antes de la meditación.

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en quien creo y espero, a quien adoro y amo con todo mi corazón y me pesa de haberos ofendido, por ser bondad infinita, a Vos consagro este cuarto de hora de oración para que me deis gracia eficaz para conocerme y conoceros, amaros siempre más que todos los corazones, y haceros amar por todos. ¡Oh Padre eterno, oh María Inmaculada! dadme a conocer a vuestro Hijo Jesús, señor san José y santa Teresa de Jesús, descubrid a mi alma los encantos y perfecciones de vuestro Jesús, para enamorarme de sus bondades y hermosura, y ser toda de Jesús ahora y siempre. Amén.

 

Composición de lugar.

Imagina que se te presenta el divino Niño Jesús bajo la forma agraciada de pastorcillo de las almas, que tiene en su mano la marca que dice: ¡Viva Jesús! Imagínate tú, su ovejuela, hasta hoy descarriada, postrada a sus pies, convertida y desengañada, y que le pides que te marque por suya y grabe en tu exterior, y en lo más íntimo del corazón: Viva Jesús mi amor: soy toda de Jesús mi Redentor.

 

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Oración final para todos los días.

Os doy gracias, Jesús de mi corazón, por el conocimiento y amor de Vos que me habéis comunicado en este cuarto de hora de oración, y por los santos propósitos que me habéis inspirado para conoceros y amaros y haceros conocer y amar de otros corazones… Os lo ofrezco todo a vuestra mayor honra y gloria… ¡Oh Padre eterno! Por María, por José y Teresa de Jesús, dadme gracia para decir siempre con toda verdad: Viva Jesús mi amor; soy toda de Jesús en vida, en muerte y por toda la eternidad. Amén.

 

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Meditación XXIII (para el lunes)

Jesús en el Templo con los doctores.

 

Punto primero. Un día subió el Niño Jesús de Nazaret a Jerusalén con sus padres por la fiesta solemne de la Pascua, cuando contaba doce años, para adorar a su eterno Padre en el templo: allí se quedó el Niño Jesús, sin que sus padres lo advirtiesen... Anduvieron una jornada entera buscándole entre los parientes y conocidos; mas como no le hallasen, retornaron a Jerusalén, en busca suya, y al cabo de tres días de haberle perdido le hallaron en el templo sentado en medio los doctores, que ora les escuchaba, ora les preguntaba, y cuantos le oían quedaban pasmados de su sabiduría y de sus respuestas. Al verle, pues sus padres, quedaron maravillados, y su Madre le dijo: “Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? Mira cómo tu padre y yo llenos de aflicción te hemos andado buscando”. Y Él le respondió: “¿Cómo es que me buscabais?, ¿no sabíais que yo debo emplearme en las cosas que miran al servicio de mi Padre Celestial?”

¡Qué lecciones tan sublimes te da el Niño Jesús en este paso! Él te enseña el modo de estar en el templo. Contempla al divino Jesús en medio de María y José orando a su Padre celestial... de rodillas... con suma reverencia... recogimiento y devoción... ¿Lo haces tú así, hija o hijo mío? ¿Provocas a devoción a los demás con tu modestia en el templo? O al contrario ¿les eres causa de distracción con tus miradas... habladurías... risas e irreverencias? Imita a Jesús, hija mía, y procura con tu devoción en el templo mover a todos los fieles al amor de Jesús.

 

Punto segundo. Aprende también del Niño Jesús a ir al templo a escuchar la doctrina cristiana, pues el Niño Jesús no se desdeña, a pesar de ser sabiduría infinita, de escuchar con docilidad la doctrina de la ley de boca de los doctores… Pero, sobre todo, imítale, hija o hijo mío, en la conducta celestial, más que en la apariencia extraña, que observa el Niño Jesús con sus padres. Hubiera podido evitarles el gran disgusto que tuvieron al verle perdido, advirtiéndoles antes que era voluntad de Dios el que se quedase en Jerusalén; mas como era voluntad de su Padre celestial el que lo hiciese sin nada advertirles, prefirió antes obedecer a Dios que a los hombres. El buen Jesús te enseña con esto, hija o hijo mío, que en tanto debes obedecer a tus padres y superiores en cuanto sus mandatos no se oponen a la voluntad de Dios. Mas si tus padres y superiores se opusiesen a que hagas lo que Dios te exige, cueste lo que cueste, aunque se hunda el mundo, debes seguir la voz de Dios… Así te lo enseña el divino Niño Jesús. Rompe, pues, amistades, renuncia a los más caros afectos, abandónalo todo si te es estorbo para seguir el llamamiento de Dios... Dura es en verdad esta doctrina, mas acuérdate, hija o hijo mío, que más duro será oír de boca de Cristo Jesús el día de juicio: “Apártate de Mí, alma maldita; al fuego eterno, porque obedeciste antes a los hombres que a Dios”. ¡Oh mi amado Jesús! primero Vos que nadie; primero seré agradecida a Vos, aunque haya de ser ingrata con todo el mundo, porque más debo a Vos que a nadie, y yo quiero ser toda de Jesús en el tiempo y en la eternidad, haciendo siempre su santísima voluntad. Amén.

 

Fruto. Iré todos los días de fiesta con otros niños o niñas a aprender la doctrina cristiana. Cuando se me exija alguna cosa contraria a la ley de Dios exclamaré con gran firmeza: Primero debo obedecer a Dios que a los hombres, porque debo más a Dios que a nadie. Húndase el mundo antes que ofender a Dios. Viva Jesús, muera el pecado.

 

Padre nuestro y la oración final.

 

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.