Meditación VII
Nacimiento del Niño Jesús.
¡VIVA JESÚS!
Ó SEA
MEDITACIONES
SOBRE
LA INFANCIA Y VIDA OCULTA DE JESUCRISTO
San Enrique de Ossó, presbítero
Oración preparatoria
para antes de la meditación.
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en quien creo y espero, a quien adoro y amo con todo mi corazón y me pesa de haberos ofendido, por ser bondad infinita, a Vos consagro este cuarto de hora de oración para que me deis gracia eficaz para conocerme y conoceros, amaros siempre más que todos los corazones, y haceros amar por todos. ¡Oh Padre eterno, oh María Inmaculada! dadme a conocer a vuestro Hijo Jesús, señor san José y santa Teresa de Jesús, descubrid a mi alma los encantos y perfecciones de vuestro Jesús, para enamorarme de sus bondades y hermosura, y ser toda de Jesús ahora y siempre. Amén.
Composición de lugar.
Imagina que se te presenta el divino Niño Jesús bajo la forma agraciada de pastorcillo de las almas, que tiene en su mano la marca que dice: ¡Viva Jesús! Imagínate tú, su ovejuela, hasta hoy descarriada, postrada a sus pies, convertida y desengañada, y que le pides que te marque por suya y grabe en tu exterior, y en lo más íntimo del corazón: Viva Jesús mi amor: soy toda de Jesús mi Redentor.
***
Meditación VII
Nacimiento del Niño Jesús.
Punto primero. Después de un largo y penoso viaje con fríos, lluvias y vientos llegaron María y José a Belén; mas no encontraron lugar en el mesón, y tuvieron que refugiarse en una cueva. ¡Cuánto no sufrirían María y José al ver este desvío de los hombres! Al punto de media noche la Virgen María, sin detrimento de su virginal entereza, dio a luz a su hijito Jesús… Envolviole en pobres pañales, y reclinole sobre pajas en el pesebre… Allí descansa el Hijo de Dios… El Deseado de las naciones… El deseo de los collados eternos… El Salvador del mundo nace pobre… en un establo… sin ser conocido del mismo mundo a quien Él venía a salvar… ¡Oh hija o hijo mío! ¿No te pasma tanta ingratitud de parte de los hombres? ¿No te maravilla tanta pobreza y sufrimiento de parte de Dios?... ¡Qué tiene que ver Dios con un establo! El que está sentado sobre un trono de gloria en el cielo, servido de miles de ángeles, está reclinado en un pesebre… sobre pajas… rodeado del buey y del jumento… ¡Oh hija mía o hijo mío! ofrécele tu corazón para que descanse en él…, y suple el desvío de los hombres haciendo muchos actos de amor.
Punto segundo. La noche era una de las más crudas del invierno, y Jesús tiene frío... tiene frío el que da vida y calor a los ángeles y hombres... Pero otro frío le atormenta más en tal estado de sufrimiento, y es el no ver a su alrededor un solo corazón que le ame, excepto María y José... Y eso que ha venido del cielo a un pesebre por amor al hombre, y para hacerse amar... ¡Qué monstruosa ingratitud! Bien puedes exclamar, hija o hijo mío, con mi devoto san Ligorio: ¡Oh Dios de amor! ¡Siendo Jesús solamente amable, y habiendo dado tantas muestras de amor a nosotros, es Él solo desgraciado que no puede verse amado de nosotros, como si no fuese bastante digno de nuestro amor! Exclama también conmigo a vista de este abandono en que se ve el buen Jesús:
¡El Amor no es amado... El Amor no es amado... El Amor no es amado! ¡Jesús de mi alma! ¡Dios de mi corazón! si hasta aquí se ha dicho con verdad que no sois amado, no se dirá en adelante, porque yo quiero amaros, yo os amo, y siempre os amaré con vuestra gracia... ¡Quién me diese, Jesús, amor mío, ser dueño de todos los corazones para ofrecértelos inflamados en tu amor! Quiero trabajar en despertar corazones para que te amen... Ayúdame, inflama mi corazón en tu amor, y donde yo viva no se dirá más que el Amor no es amado, porque a lo menos mi corazón amará al Amor de los corazones, Cristo Jesús... ¡María Inmaculada, padre mío san José, santa Teresa de Jesús! ayúdame a amar a Jesús, y no sosiegue hasta llegar a amarle como le amasteis, y vea escrito en todos los corazones, a lo menos de mis amiguitas: Viva Jesús, mi amor.
Fruto. Repetiré muchísimas veces consolando a Jesús en este día: Viva Jesús mi amor. Os amo por todos los que no os aman, Jesús mío de mi corazón. Moveré hoy algún corazón a repetir muchas veces: Viva Jesús, mi amor.
Padre nuestro y la oración final.
Oración final para todos los días.
Os doy gracias, Jesús de mi corazón, por el conocimiento y amor de Vos que me habéis comunicado en este cuarto de hora de oración, y por los santos propósitos que me habéis inspirado para conoceros y amaros y haceros conocer y amar de otros corazones… Os lo ofrezco todo a vuestra mayor honra y gloria… ¡Oh Padre eterno! Por María, por José y Teresa de Jesús, dadme gracia para decir siempre con toda verdad: Viva Jesús mi amor; soy toda de Jesús en vida, en muerte y por toda la eternidad. Amén.
***
Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
***
¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos!
*
Ave María Purísima, sin pecado concebida.