martes, 7 de noviembre de 2023

DÍA 8. EL PURGATORIO,CONSUELO DEL CRISTIANO EN VIDA Y EN MUERTE

DÍA 8

EL PURGATORIO,

CONSUELO DEL CRISTIANO EN VIDA

Y EN MUERTE

 

MES DE NOVIEMBRE PARA LA REFORMA

Y PERFECCIÓN DE LA VIDA

A LA LUZ DEL PURGATORIO Y POR MEDIO DE LA DEVOCIÓN A LAS BENDITAS ALMAS

D. Felix Sardá y Salvany

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Redentor y Salvador mío, que habéis de ser un día Juez inexorable de mi pobre alma: a vuestros pies se presenta la mía llena de confusión por sus muchos pecados y por la enorme deuda que por ellos tiene pendiente ante vuestro justísimo tribunal. Perdonádselo todo, oh, amantísimo Jesús, por los méritos de vuestra Sangre, que es de valor infinito, pues ya arrepentido y humillado os pido perdón y reconciliación. Concedédmelo por las lágrimas de vuestra dolorida Madre, que lo es de un modo particular de los pecadores como yo, y por lo mucho que amáis a vuestras esposas, las almas del Purgatorio, en cuya utilidad y sufragio me propongo practicar este piadoso ejercicio. Amén.

 

Meditación diaria

DIA 8

EL PURGATORIO,

CONSUELO DEL CRISTIANO EN VIDA

Y EN MUERTE

 

I

En las dolorosas incertidumbres del alma humana acerca del asunto de su salvación, es de gran consuelo pensar en el Purgatorio, como solución que allana las principales dificultades de ella. Terrible sería, en efecto, pensar en lo manchado e imperfecto de nuestra vida, cuando se considera que sólo a la absoluta pureza es dado entrar en la posesión y goce de la gloria prometida. ¿Quién en tal concepto podría confiar que había de conseguirla? Cada una de mis faltas e infidelidades se levantarían en mi conciencia como un muro de separación infranqueable, que alejaría para siempre de mi alma los rayos consoladores de la esperanza. Entonces sí que fuera sombrío y aterrador el pensamiento de la eternidad, cuando para el alma no se viese otra disyuntiva que la de una gloria sin fin concedida tan sólo a los enteramente puros, o de un castigo sin fin amenazando a los, en algo, imperfectos. Y si tal ansiedad debiera tener el alma cristiana durante su vida, ¿cómo se aumentarían los horrores de ella al acercarse el trance siempre pavoroso de la muerte? ¿Qué reflexiones fueran capaces de sosegar la inquietud del corazón, ante semejante problema? Y si cada uno debiera de estremecerse por su suerte final, considerando su eterna suerte pendiente de esta única solución sin término medio alguno, ¿cuáles no serían las zozobras y congojas del cristiano pensando en la suerte eterna de los seres que vio desaparecer de su lado? ¡Qué horizontes tan negros y cerrados para el que vio morir sin las garantías de una perfecta inocencia o de una austera penitencia a su madre, a su padre, a sus hijos, a su esposa, a sus hermanos, a su amigo! ¡Ante la tumba de una de esas prendas del corazón, no poder en cierto modo apelar de los fallos de la divina justicia a los atenuantes de la divina misericordia, por medio del recurso de la oración! A esas íntimas necesidades del alma, ya para sí, ya para sus seres más queridos, satisface cumplidamente la consoladora verdad del Purgatorio, que es como un rayo de esperanza en medio de las negruras e incertidumbres de ultratumba. Ha muerto el hombre, pero aun después de esta hora le es dado esperar en la misericordia de Dios por las oraciones de sus hermanos. Ha muerto con espantosa impedimenta de faltas y deudas, pero todavía le restan allá en la otra vida medios de pago y rehabilitación. Si no salió de ésta con la marca ya entonces imborrable del pecado mortal, todavía hay para ella prolongación de plazos para no quedar insolvente.

 

II

¡Oh, Salvador mío y Redentor mío! Por los que hubieron de hacer pedazos vuestro Corazón las repetidas negaciones del apóstol cobarde, que os desconoció en casa de Caifás y no quiso ser tenido por vuestro, por temor a una infeliz criada; por las lágrimas de sincero arrepentimiento en que luego se desató el culpable, cuando os dignasteis volver a él vuestra mirada de amorosa reprensión, ¡oh Señor y Jesús mío!, haced sentir a todos los cristianos los afectos de vuestra compasiva solicitud en favor de las benditas almas, cuando atendiendo a las fragilidades de su vida pecadora les concedéis los plazos de expiación del Purgatorio, para que aquéllas no les sean obstáculo para reposar en los brazos de vuestro eterno amor. Una sola mancha las tendría perpetuamente alejadas de Vos, ¿qué fuera entonces de los que, no una sola, sino cien, sino mil, sino millares de veces, las habremos contraído en vuestra adorable presencia? ¿Quién podría abrigar resto alguno de confianza de poder llegar un día a gozaros? ¿Quién no desfallecería en los horrores de la desesperación como Judas, en vez de alentarse con los dulces arrullos de la esperanza del perdón, como Pedro? Cuando como nube de negros fantasmas se levantarán y rodearán mi lecho de muerte los recuerdos de mis infidelidades y negligencias, ¡cuán consolador será pensar que tengo aún con qué pagarlas y expiarlas en la otra vida! ¡Cómo no me abrazaré ansioso y anhelante a esta última áncora de esperanza, con que me brinda vuestra misericordia! Y entonces me servirá de consuelo pensar que, yerto ya y frío mi cadáver, podrán todavía mis prójimos rogar por mí, y podré yo esperar algo de sus ruegos y satisfacciones, Amén.

 

 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Os ofrezco, piadosísimo Señor y Padre mío, los rezos y demás actos de este día en sufragio de las benditas almas del Purgatorio, suplicándoos por vuestra infinita bondad y por los dolores y lágrimas de vuestra Madre y mía María Santísima, el consuelo y alivio y final descanso de aquellas vuestras esposas por la gracia y hermanas mías por la fe y la caridad. De un modo particular os recomiendo las de mis padres, parientes, amigos y bienhechores, por quien tengo sin duda mayor obligación; las de cuantos por mi causa estén en aquellas acerbas penas; las de los que están más olvidados de todos y más necesitados de mi pobre sufragio. ¡Oh, Señor y Padre mío! Aceptad en descuento de sus deudas ante vuestra eterna justicia mis humildes satisfacciones, y muy particularmente cada uno de los actos de este Mes, y concededme ser, como mis hermanas las almas del Purgatorio, eficazmente ayudado, cuando en él se halle la mía. Amén.

***

En recuerdo de la Sagrada Pasión de nuestro Salvador y en sufragio de las benditas almas:

5 padrenuestros, Avemaría y Gloria.

 

Requiem æternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis.

Requiescant in pace. Amen.

Fidelium animae per misericordiam Dei requiescant in pace. Amen.