sábado, 18 de noviembre de 2023

DÍA 19. EL PURGATORIO Y LA SANTA MISA

DÍA 19

EL PURGATORIO Y LA SANTA MISA

 

MES DE NOVIEMBRE PARA LA REFORMA

Y PERFECCIÓN DE LA VIDA

A LA LUZ DEL PURGATORIO Y POR MEDIO DE LA DEVOCIÓN A LAS BENDITAS ALMAS

D. Felix Sardá y Salvany

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Redentor y Salvador mío, que habéis de ser un día Juez inexorable de mi pobre alma: a vuestros pies se presenta la mía llena de confusión por sus muchos pecados y por la enorme deuda que por ellos tiene pendiente ante vuestro justísimo tribunal. Perdonádselo todo, oh, amantísimo Jesús, por los méritos de vuestra Sangre, que es de valor infinito, pues ya arrepentido y humillado os pido perdón y reconciliación. Concedédmelo por las lágrimas de vuestra dolorida Madre, que lo es de un modo particular de los pecadores como yo, y por lo mucho que amáis a vuestras esposas, las almas del Purgatorio, en cuya utilidad y sufragio me propongo practicar este piadoso ejercicio. Amén.

 

DÍA 19

EL PURGATORIO Y LA SANTA MISA

 

I

Al entrar en el último Novenario de los que componen este piadoso Mes, dediquémonos a considerar, después de las faltas más comunes que al Purgatorio pueden conducirnos, los medios que más a mano tenemos para librarnos de él, o abreviar nos y abreviar a las benditas almas su duración. Estos examinaremos, según el orden de excelencia y eficacia con que nos los propone la Iglesia, nuestra Maestra y Madre. Sea el primero de todos la Santa Misa, Tenemos en ella el primer caudal, con que satisfacer a Dios por las deudas del Purgatorio. El valor de la Misa es sencillamente el valor de la Sangre de Cristo, derramada y ofrecida una vez en forma cruenta en el Calvario, y después cien veces y mil veces y millares y millones de veces en forma incruenta y mística en nuestros altares. No es otro el sacrificio que en éstos se ofrece por vivos y difuntos, que el· que allí se ofreció; sólo es diverso el modo de dicho ofrecimiento, La Santa Misa es, en efector el continuo rocío de Sangre divina, que continuamente cae sobre las voraces llamas del Purgatorio, para apagar sus ardores y librar de ellos a las almas por quien se hace aplicación. La cual tiene lugar en favor del alma como fruto especial del que encarga la intención de la Misa, como fruto personal' del que la celebra, y como fruto también personal del que la oye con las debidas disposiciones; ¿Quién, pues, no practicará en favor de sí y de las almas del Purgatorio la obra buena de mandar celebrar Misas, o por lo menos de oírlas cada día con toda devoción? Y sobre todo ¿quién· no procurará cumplir fielmente las mandas piadosas, que sobre eso tenga de sus mayores cargadas sobre su conciencia?

 

 

II

El Calvario es un altar y la Cruz, enarbolada en él, colgando de sus brazos por medio de tres horribles clavos el cuerpo palpitante de mi divino Salvador Jesús, es como la patena y cáliz en los cuales se ofrece por la redención de las almas al Padre celestial el augusto Sacrificio. Es la primera Misa que celebra allí el gran Melquisedech de todos los siglos, sacerdote y víctima, oferente y oblación, todo a un mismo tiempo. Aquel sacrificio de amor y de dolor se repite y se repetirá hasta la consumación de los tiempos en nuestros altares, y desde ellos y sin cesar correrá sobre el mundo y sobre el Purgatorio la Sangre infinitamente expiadora del Cordero Inmaculado. ¿Por qué no han de ser más solícitos cada día los cristianos ¡oh, buen Jesús! en tomar de esta Sangre, que tan abundante mente pródiga les brindáis, para arrojarla sobre las llamas del Purgatorio, mediante la aplicación y frecuencia del santo sacrificio de la Misa? ¿Por qué tanta incuria en acudir al templo a oírla, tanta irreverencia en asistir a ella, tanta indevoción quizá en celebrarla? Si una vez sólo en la vida, se nos concediese asistir a su celebración, o si en un solo sitio del mundo, como en Jerusalén o en Roma, fuese permitido celebrarla, ¡cómo aprovecharíamos esta gracia singular! ¡cómo volaríamos desalados, a costa de largos viajes y penalidades, para usufructuarla! ¿Por qué, pues, se nos convierte en ocasión de menosprecio, en vez de serlo de mayor estima, la abundancia y largueza con que hoy disfrutamos de este soberano don? Concededme, Redentor y Salvador mío, el amor de vuestros Santos al augusto Sacrificio del altar, para que teniendo tau a la mano el precio de vuestra divina Sangre no cese un día de aplicármelo y aplicarlo en favor de las almas benditas. Amén.

 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Os ofrezco, piadosísimo Señor y Padre mío, los rezos y demás actos de este día en sufragio de las benditas almas del Purgatorio, suplicándoos por vuestra infinita bondad y por los dolores y lágrimas de vuestra Madre y mía María Santísima, el consuelo y alivio y final descanso de aquellas vuestras esposas por la gracia y hermanas mías por la fe y la caridad. De un modo particular os recomiendo las de mis padres, parientes, amigos y bienhechores, por quien tengo sin duda mayor obligación; las de cuantos por mi causa estén en aquellas acerbas penas; las de los que están más olvidados de todos y más necesitados de mi pobre sufragio. ¡Oh, Señor y Padre mío! Aceptad en descuento de sus deudas ante vuestra eterna justicia mis humildes satisfacciones, y muy particularmente cada uno de los actos de este Mes, y concededme ser, como mis hermanas las almas del Purgatorio, eficazmente ayudado, cuando en él se halle la mía. Amén.

***

En recuerdo de la Sagrada Pasión de nuestro Salvador y en sufragio de las benditas almas:

5 padrenuestros, Avemaría y Gloria.

 

Requiem æternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis.

Requiescant in pace. Amen.

Fidelium animae per misericordiam Dei requiescant in pace. Amen.