JUEVES DESPUÉS DE CENIZA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Sermón de San
Agustín, 62
Este centurión era de los
gentiles: ya en la Judea había soldados del Imperio Romano. Considerándose como
indigno apareció como digno, no de que entrase el Verbo entre las paredes de su
casa, sino en su corazón. Y no hubiera dicho esto con tanta fe y humildad si no
hubiese llevado ya en su corazón a Aquel de quien temía que entrase en su casa,
pues no era una gran felicidad que Jesús hubiese entrado en su casa y no en su
pecho.
Si yo, que estoy bajo potestad,
tengo poder de mandar, ¿cuánto podrás Tú, a quien sirven las potestades?
No dice todos, sino
que muchos vendrán de Oriente y de Occidente. Con estas dos partes se
designa todo el mundo.
Así como vemos a los
cristianos, llamados al convite celestial, donde se encuentra el pan de la
santidad y la bebida de la sabiduría, también vemos a los judíos reprobados en
la siguiente frase: "Mas los hijos del reino serán arrojados a las
tinieblas exteriores". Esto es, los judíos, que recibieron la ley, que
celebran en sus figuras los misterios futuros que, una vez presentes, no
reconocieron.
Así como el Señor no entró
con el cuerpo en la casa del centurión, sino que ausente de cuerpo y presente
con la majestad, sanó al mismo muchacho, así en el solo pueblo judío estuvo con
el cuerpo, porque en las demás naciones ni nació de la Virgen, ni padeció, ni
mostró enfermedad alguna, ni hizo milagros, y sin embargo se cumplió lo que se
había dicho: "El pueblo que no me conoció, me sirvió, y al oír hablar de
mí, me obedeció" ( Sal 17,46). La nación judía conoció y crucificó; las
demás naciones de la tierra oyeron y creyeron.