COMENTARIO AL
EVANGELIO CATENA AUREA
VIERNES DESPUÉS DE CENIZA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Sermón de San Agustín,
De sermone Domini, 2,2
Parece inferirse de esta
doctrina que ninguna culpa debe haber en querer agradar a los fieles y sin
embargo se nos prohíbe fijar el fin de nuestras buenas obras en la alabanza de
los hombres, sean quienes fueren. Si es para que vuestras obras, agradando a
los hombres, los estimule a imitarlas, debéis practicarlas no sólo en presencia
de los creyentes sino también de quienes no creen. Si con otros entiendes por
izquierda al enemigo, y piensas que eso significa que no debe saber tu enemigo
cuándo haces limosna, ten presente que el mismo Señor sanó caritativamente a
los hombres en presencia de los judíos. Además, ¿cómo puede eso concordar con
el precepto que nos manda dar limosna aun a nuestro enemigo ( Prov 25,21):
"Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer"? La tercera opinión es hasta
ridícula, porque es la de aquellos que dicen que con el nombre de izquierda
debe entenderse la mujer de cada uno, y como en los asuntos familiares las
mujeres suelen estar más dedicadas a la administración del dinero, debe el
marido ocultarlo cuando hace alguna limosna a algún pobre, para evitar las
discusiones domésticas. Este precepto no se ha dado sólo para los hombres sino
también para las mujeres. Cuando se manda ocultar la limosna ante la mujer
propia, que según esto, significa la mano izquierda, ¿podremos decir también
que cuando se manda esto mismo a la mujer, es porque el marido es también la
mano izquierda de ella? Lo cual, si alguno lo estima como verídico, no
considera que está mandado a los casados el ganarse mutuamente por medio de sus
buenas costumbres, y que por ello no deben ocultarse sus buenas obras, como
tampoco deben hacerse robos con el fin de agradar a Dios.
Sin embargo, si en alguna
ocasión debe ocultarse alguna cosa, porque el otro no podría ver aquella buena
obra con buenos ojos por efecto de su debilidad, no podemos decir que esto se
hace de una manera ilícita. No parece, pues, que deba entenderse fácilmente a
la mujer como la mano izquierda, porque en todo el capítulo no lo da a
entender, ni tampoco se presenta ocasión en la cual deba llamarse izquierda. Lo
que se ha culpado en los hipócritas (porque buscan las alabanzas de los
hombres), esto es lo que se te prohíbe hacer. Por lo tanto, debe entenderse
como izquierda la complacencia por la alabanza, y por derecha la intención de
cumplir los preceptos divinos. Cuando el deseo de la alabanza humana se mezcla
en la conciencia del que obra con el de dar la limosna, la conciencia de la
derecha se hace izquierda. Ignore, pues, la izquierda, esto es, no se mezcle en
tu conciencia el deseo de la humana alabanza. Nuestro Señor prohíbe con mucha
más razón que sólo la mano izquierda haga las buenas obras, que el que se
mezcle en las acciones de la mano derecha. El fin que se propone cuando dijo
esto, lo manifiesta cuando añade: "Para que tu limosna sea en
oculto", esto es, en la buena conciencia, la que no puede mostrarse ante
los ojos humanos, ni tampoco manifestarse por medio de las palabras, porque
entonces habría muchos que mentirían en muchas cosas. Tu propia conciencia te
basta para obtener el premio, si esperas el premio de Aquel, que únicamente
puede inspeccionar tu conciencia. Y esto es lo que añade: "Y tu Padre que
ve en lo oculto, te premiará". Muchos ejemplares latinos dicen: "Te
premiará públicamente".