COMENTARIO AL EVANGELIO
San Jerónimo
DOMINGO DE RESURRECCIÓN
“Este es el día creado por el Señor, alegrémonos y regocijémonos en
él” (Sal 117,24). Al igual que la
Virgen María, madre del Señor, es la primera de entre todas las mujeres, así de
entre todos los días éste de hoy viene a ser la madre de los demás. Lo que voy
a decir resulta inaudito pero halla ratificación en las palabras de las
Sagradas Escrituras; éste es uno de los siete días de la creación, y al mismo
tiempo no lo es. Este día es calificado de “octavo”, motivo por el que en el título
de algunos salmos se añade como acotación “para el octavo”. Éste es el día en
que muere la sinagoga y nace la Iglesia. Es el día en que, en atención a este número,
ocho seres vivos se pusieron a salvo en el arca de Noé. “Del mismo modo -dice Pedro-,
también la Iglesia os salva a vosotros” (1 Pe 3,21). Éste es el día a propósito
del cual el Eclesiastés (11,2)
formula la siguientes prescripción: “Dad una parte a siete, e incluso a ocho”.
Estos son los ocho peldaños `por los que, según Ezequiel (40,31), ascendemos al
templo de Dios. Este es el octavo día, a cuyo misterio y a la fe de todas las
naciones en Cristo se refiere precisamente también el salmo octavo, que
comienza así: “Señor, Señor nuestro ¡Cuan admirables tu nombre en toda la
tierra!” (Sal 8,2)
¿Qué necesidad tengo de andar
deteniéndome en explicaciones que resultarían infinitas? No tendría suficiente
con un día si quisiera daros cuenta de
todo lo relativo al misterio de este día. Me limitare a decir que la gracia
entera del sábado y aquella antigua festividad del pueblo judío fueron trocados
por la solemnidad de esta fecha.