Santo Rosario.
Por la señal...
Monición inicial: Meditamos el rosario de hoy con san Cirilo, obispo de Jerusalén y doctor de la Iglesia vivió en el siglo
IV y sobresalió por la exposición ortodoxa de la fe, las Sagradas Escrituras y
los misterios del cristianismo. Sufrió
muchas injurias por parte de los arrianos y fue expulsado con frecuencia de su
sede episcopal.
Señor mío Jesucristo...
MISTERIOS DOLOROSOS
1. La Oración
de Jesús en el Huerto
“«Y
no nos dejes caer en la tentación (Mt 6,13), Señor». ¿Acaso el Señor nos enseña a pedir que no seamos tentados en absoluto?
¿Y cómo es que en otro lugar se dice:
«Quien no ha pasado pruebas poco sabe» (Eclo 34,10) y también: «Considerad como un gran gozo,
hermanos míos, el estar rodeados por toda
clase de pruebas». Pero entrar en tentación, ¿acaso no significa hundirse
en ella? Pues la
tentación es algo semejante a un torrente difícil de atravesar. Pero, aquellos a quienes no se los traga la tentación,
la atraviesan como hábiles nadadores sin
ser arrastrados por nada. Pero los que no son así, se hunden nada más entrar. Así fue, por poner un ejemplo,
Judas. Al entrar en la tentación de la avaricia,
no nadó sino que se hundió, y se ahogó en cuerpo y en espíritu. Pedro entró
en la tentación de la negación, pero, a pesar de haber entrado, no se hundió, sino que, llorando intensamente, fue
liberado de la tentación.”
2. La
flagelación de Jesús atado a la columna.
“Él,
siendo Dios, soportó sufrir estas cosas de parte de los hombres para que nosotros los hombres no nos avergonzásemos
luego de sufrir de los hombres cosas
tales por su causa.”
3. La coronación
de espinas
“Pero
los soldados a su alrededor se burlan de él. El Señor es para ellos objeto de escarnio y de él se hace mofa. «Me
ven y menean su cabeza» (Sal 109,25). Se
vislumbra el reino en imagen: se burlan, pero doblan su rodilla (Mt 27,29); unos soldados lo clavan a la cruz,
pero antes le colocan un manto de púrpura
(27,28) y una corona sobre su cabeza. ¿De qué es, sino de espinas? (27,29). Es proclamado
rey de todo por los soldados. (…) Aquella corona era un misterio, pues era la
destrucción de los pecados y la absolución
de la sentencia de condenación.”
4. Nuestro
Señor con la cruz a cuestas camino del Calvario
“Que la cruz no
sea para ti alegría sólo en tiempo de paz: ten la misma fe en época de
persecución, que no ocurra que seas amigo de Jesús en tiempo de paz y enemigo en tiempo de
dificultades. Ahora recibes el perdón
de tus pecados y las gracias generosas del regalo espiritual del Rey.
Cuando estalle la guerra, combate
esforzadamente por tu rey. Jesús, que nada había pecado, ha sido crucificado por ti. ¿Y no te
dejarás tú crucificar por aquel que por ti
fue clavado a la cruz? No eres tú quien da la gracia, pues primero la
recibiste tú. Lo que haces es devolverla
pagando la deuda al que en el Gólgota fue crucificado por ti.”
5. La
crucifixión y muerte del Señor
“¿Qué
energía, oh ladrón, te iluminó? ¿Quién te enseñó a adorar al que había sido
ultrajado y crucificado contigo? ¡Oh luz eterna, que ilumina a los que yacen en
tinieblas (vid. Lc 1,79)! Oyó, desde luego, justamente: «Confia». No porque
tus obras deban ser la base de tu confianza, sino porque ahí hay un rey dispuesto
a agraciarte. Era una petición de algo muy lejano, pero la gracia llegó muy
rápidamente: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23,43),
puesto que hoy has oído mi voz y no has endurecido tu corazón.”