LAS GRANDEZAS DE DIOS
¡Oh Dios mío, misericordia mía!, ¿qué haré
para que no deshaga yo las grandezas que Vos hacéis conmigo? Vuestras obras son
santas, son justas, son de inestimable valor y con gran sabiduría, pues la
misma sois Vos, Señor. Si en ella se ocupa el entendimiento, quéjase la
voluntad, porque querría que nadie la impidiera amaros - pues no puede el
entendimiento en tan grandes grandezas alcanzar quién es su Dios-, y desea
gozarle y no ve cómo, metida en la cárcel tan penosa de este cuerpo mortal,
todo le estorba, aunque primero fue ayudada en la consideración de vuestras
grandezas, donde se hallan mejor las innumerables bajezas mías (E 1).