COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DÍA
JUEVES DE LA II DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
jesús narra la parábola del hombre rico y del pobre Lázaro. El
primero vive en el lujo y en el egoísmo, y cuando muere, acaba en el infierno.
El pobre, en cambio, que se alimenta de las sobras de la mesa del rico, a su
muerte es llevado por los ángeles a la morada eterna de Dios y de los santos.
«Bienaventurados los pobres —había proclamado el Señor a sus discípulos— porque
vuestro es el reino de Dios» (Lc 6, 20). Pero el mensaje de la parábola va más
allá: recuerda que, mientras estamos en este mundo, debemos escuchar al Señor,
que nos habla mediante las sagradas Escrituras, y vivir según su voluntad; si
no, después de la muerte, será demasiado tarde para enmendarse. Por lo tanto,
esta parábola nos dice dos cosas: la primera es que Dios ama a los pobres y les
levanta de su humillación; la segunda es que nuestro destino eterno está
condicionado por nuestra actitud; nos corresponde a nosotros seguir el camino
que Dios nos ha mostrado para llegar a la vida, y este camino es el amor, no
entendido como sentimiento, sino como servicio a los demás, en la caridad de
Cristo.
BENEDICTO XVI 26 de
septiembre de 2010