DIOS SE DELEITA EN SUS HIJOS
1. ¡Oh esperanza mía y Padre mío y
mi Criador y mi verdadero Señor y Hermano! Cuando considero en cómo decís que
son vuestros deleites con los hijos de los hombres (Pr 8,31), mucho se alegra
mi alma. ¡Oh Señor del cielo y de la tierra!, ¡y qué palabras éstas para no
desconfiar ningún pecador! ¿Fáltaos, Señor, por ventura, con quién os
deleitéis, que buscáis un gusanillo tan de mal olor como yo? Aquella voz que se
oyó cuando el Bautismo, dice que os deleitáis con vuestro Hijo. ¿Pues hemos de
ser todos iguales, Señor? ¡Oh, qué grandísima misericordia, y qué favor tan sin
poderlo nosotras merecer! ¡Y que todo esto olvidemos los mortales! Acordaos
Vos, Dios mío, de tanta miseria, y mirad nuestra flaqueza, pues de todo sois
sabedor.
2. ¡Oh ánima mía!, considera el gran
deleite y gran amor que tiene el Padre en conocer a su Hijo, y el Hijo en
conocer a su Padre, y la inflamación con que el Espíritu Santo se junta con
ellos (...) Pues, ¿qué menester es mi amor? ¿Para qué le queréis, Dios mío, o
qué ganáis? ¡Oh, bendito seáis Vos! ¡Oh, bendito seáis Vos, Dios mío para
siempre! Alaben os todas las cosas, Señor, sin fin, pues no lo puede haber en
Vos.
3. Alégrate, ánima mía, que hay
quien ame a tu Dios como Él merece. Alégrate, que hay quien conoce su bondad y
valor. Dale gracias que nos dio en la tierra quien así le conoce, como a su
único Hijo. Debajo de este amparo podrás llegar y suplicarle que, pues Su
Majestad se deleita contigo, que todas las cosas de la tierra no sean bastante
a apartarte de deleitarte tú y alegrarte en la grandeza de tu Dios y en cómo
merece ser amado y alabado y que te ayude para que tú seas alguna partecita
para ser bendecido su nombre, y que puedas decir con verdad: Engrandece y loa
mi ánima al Señor (Lc 1,46).
"Exclamaciones" 7