martes, 27 de enero de 2015

EL ROSARIO DE HOY CON SAN ENRIQUE DE OSSO


MONICIÓN INICIAL: Se hace hoy memoria de sacerdote español san Enrique de Ossó y Cervelló, que fundó la Sociedad de Santa Teresa, para la formación de las jóvenes, y más adelante, obligado a dejar dicha institución, pasó el resto de sus años en el convento de los Hermanos Menores (1896). Con algunas de sus pensamientos meditamos el rosario de hoy.

MISTERIOS DOLOROSOS
1. La Oración de Jesús en el Huerto
“¡Oh Jesús mío! Quiero de veras enjugar vuestro sudor, aliviar vuestros dolores, trabajando con mis oraciones y buen ejemplo en la conversión y santificación de las almas... No quiero que vuestra sangre caiga en el suelo; caiga mejor en la tierra de nuestros corazones, para con ella ablandar su dureza y convertirlos a Vos. Amen..”
2. La flagelación de Jesús atado a la columna.
“Ya lo veo, Señor; fuiste llagado por mis maldades, molido por mis delitos: el castigo causador de nuestra paz descargó sobre Ti, y por tus llagas hemos sanado todos. Yo soy, pues, quien pecó; este Cordero ningún mal ha hecho: convierte, oh Padre Eterno, tu mano contra mí, descarguen los azotes contra mis espaldas, porque muy justo es que pague la pena quien cometió la culpa.”
3. La coronación de espinas
“¿Qué es esto, Jesús de mi alma?... No os azotan ahora los verdugos... ni os coronan los soldados... ni descubro clavos ni espinas que os hagan salir la sangre... ¿Por qué, Dios mío, este sudor de sangre, este dolor?... ¡Oh ánima mía! tus culpas son las espinas que le punzan... ésos los verdugos que le atormentan... ésa la carga tan pesada que le hace sudar este sudor... ¡Oh Corazón de mi amado Jesús! ¡Cuán caro te cuesta mi remedio y salud!... ¡Si a lo menos me aprovechase de ella, y esa sangre divina ablandase la dureza de mi corazón!.”
4. Nuestro Señor con la cruz a cuestas camino del Calvario
“¡Oh Corazón compasivo de mi adorado Jesús, que te olvidas de tus tormentos por consolar a las devotas mujeres que se compadecían de Ti! Enséñame a llorar sobre Ti y sobre mí: sobre Ti por lo que padeces por mí; sobre mí por lo mucho que pequé contra Ti… Llore yo mis pecados y los de mis prójimos, y alivie tu cruz y tus dolores con mis buenas obras. Amén..”
5. La crucifixión y muerte del Señor
“¡Oh Rey soberano, dulcísimo Jesús y Salvador mío! Merezca yo también oír de tus labios en mi última agonía como el buen ladrón, al rogarte que te acuerdes de mí ahora que estás en tu reino: “Hoy estarás conmigo en el paraíso.” Amén.”