MONICIÓN
INICIAL: Se hace hoy
memoria de sacerdote español san Enrique de Ossó y Cervelló, que fundó la
Sociedad de Santa Teresa, para la formación de las jóvenes, y más adelante,
obligado a dejar dicha institución, pasó el resto de sus años en el convento de
los Hermanos Menores (1896). Con algunas de sus pensamientos meditamos el
rosario de hoy.
MISTERIOS DOLOROSOS
1. La Oración de Jesús en el Huerto
“¡Oh Jesús mío! Quiero de veras enjugar
vuestro sudor, aliviar vuestros dolores, trabajando con mis oraciones y buen
ejemplo en la conversión y santificación de las almas... No quiero que vuestra sangre
caiga en el suelo; caiga mejor en la tierra de nuestros corazones, para con
ella ablandar su dureza y convertirlos a Vos. Amen..”
2. La flagelación de Jesús atado a la
columna.
“Ya lo veo, Señor; fuiste llagado por
mis maldades, molido por mis delitos: el castigo causador de nuestra paz
descargó sobre Ti, y por tus llagas hemos sanado todos. Yo soy, pues, quien pecó;
este Cordero ningún mal ha hecho: convierte, oh Padre Eterno, tu mano contra
mí, descarguen los azotes contra mis espaldas, porque muy justo es que pague la
pena quien cometió la culpa.”
3. La coronación de espinas
“¿Qué es esto, Jesús de mi alma?... No
os azotan ahora los verdugos... ni os coronan los soldados... ni descubro clavos
ni espinas que os hagan salir la sangre... ¿Por qué, Dios mío, este sudor de
sangre, este dolor?... ¡Oh ánima mía! tus culpas son las espinas que le punzan...
ésos los verdugos que le atormentan... ésa la carga tan pesada que le hace
sudar este sudor... ¡Oh Corazón de mi amado Jesús! ¡Cuán caro te cuesta mi
remedio y salud!... ¡Si a lo menos me aprovechase de ella, y esa sangre divina ablandase
la dureza de mi corazón!.”
4. Nuestro Señor con la cruz a cuestas
camino del Calvario
“¡Oh Corazón compasivo de mi adorado
Jesús, que te olvidas de tus tormentos por consolar a las devotas mujeres que
se compadecían de Ti! Enséñame a llorar sobre Ti y sobre mí: sobre Ti por lo
que padeces por mí; sobre mí por lo mucho que pequé contra Ti… Llore yo mis
pecados y los de mis prójimos, y alivie tu cruz y tus dolores con mis buenas
obras. Amén..”
5. La crucifixión y muerte del Señor
“¡Oh Rey soberano, dulcísimo Jesús y Salvador
mío! Merezca yo también oír de tus labios en mi última agonía como el buen
ladrón, al rogarte que te acuerdes de mí ahora que estás en tu reino: “Hoy
estarás conmigo en el paraíso.” Amén.”