sino a la fe de tu Iglesia,
que me dice que estás realmente
presente bajo los velos de la hostia, para venir a mí.
Tienes, Señor, poder para atraerme enteramente a Ti,
para transformarme en Ti.
Me entrego por completo a Ti
para que te hagas dueño de todo mi ser,
de toda mi actividad,
para que yo no viva sino de Ti, por Ti y para Ti».