¡Aquí estoy listo para obedecerte!
¡Tú me llamas y yo te responderé!
Tú me inspiras y yo ejecutaré,
Tú me harás entender tu divina voluntad y yo me conformaré,
todo esto por amor, por que eres un Dios de Amor
y es por Amor que reinas en las almas fieles
y que ejerces tu poderoso dominio.
¡Ven. Oh Dios mío, mi Salvador y mi Padre!
Ven a tomar plena y entera posesión de mi corazón
y seas para siempre mi única herencia. (Ejercicios 1855).