LA LUZ DE LA VISIÓN
DE DIOS
Esta visión de no
es un resplandor que deslumbra, sino una blancura suave y un resplandor difuso
que da deleite grandísimo a la vista, y la claridad que se ve para poder ver
esta hermosura divina no le cansa. Es una luz tan diferente de la de acá que la
luminosidad del sol de la tierra es tan opaca en comparación de aquella
claridad y luz de la visión, que no se querrían abrir los ojos después. Es como
ver agua muy clara que corre sobre cristal en la que reverbera el sol,
comparada con un agua turbia con un cielo muy nublado corriendo por la
superficie de la tierra. Y no es que en la visión se represente el sol, ni la
luz es como la del sol; sino que la luz de la visión parece luz natural y la de
la tierra artificial. Es luz que no tiene noche porque siempre hay luz y, por
gran entendimiento que tenga una persona, en toda su vida no podrá imaginar
cómo es. (V 28, 5).