Pedid vosotras, hijas, con este Señor al
Padre que os deje "hoy" a vuestro Esposo, para que no os veáis en
este mundo sin El; que baste para templar tan gran contento de tenerlo entre
nosotros, haberse quedado tan disfrazado en los accidentes de pan y de vino,
que es harto tormento para quien no tiene otra cosa que amar ni otro consuelo;
mas suplicadle... que os prepare para recibirle dignamente (C 34, 3).
Y porque las maravillas que hace este
santísimo Pan en los que dignamente lo reciben son muy notorias, no digo muchas
que podría decir, que le han sucedido a esta persona de la que estoy hablando...(C
34, 6).
¡Ay!, cuando te dignas
Entrar en mi pecho,
Dios mío, al instante
el perderte temo.
Tal pena me aflige
y me hace decir:
Ansiosa de verte,
deseo morir.
Haz, Señor, que acabe
tan larga agonía;
socorre a tu sierva
que por ti suspira.
Rompe aquestos hierros
y sea feliz.
Ansiosa de verte,
deseo morir.
Mas no, dueño amado,
que es justo padezca;
que expíe mis yerros,
mis culpas inmensas.
¡Ay!, logren mis lágrimas
te dignes oír:
Ansiosa de verte,
deseo morir. (P 7).
Entrar en mi pecho,
Dios mío, al instante
el perderte temo.
Tal pena me aflige
y me hace decir:
Ansiosa de verte,
deseo morir.
Haz, Señor, que acabe
tan larga agonía;
socorre a tu sierva
que por ti suspira.
Rompe aquestos hierros
y sea feliz.
Ansiosa de verte,
deseo morir.
Mas no, dueño amado,
que es justo padezca;
que expíe mis yerros,
mis culpas inmensas.
¡Ay!, logren mis lágrimas
te dignes oír:
Ansiosa de verte,
deseo morir. (P 7).