Monición inicial: Celebramos hoy en el calendario de la Forma Extraordinaria, la memoria de san Francisco de Sales, obispo de Ginebra y doctor de la Iglesia.
Con su incansable ardor pastoral y su predicación hizo volver a la comunión
católica a muchos hermanos que se habían separado y con sus escritos enseñó a
los cristianos la devoción y el amor a Dios. Fundó, junto con santa Juana de
Chantal, la Orden de la Visitación. Murió el 28 de diciembre de 1621.
Meditamos hoy los misterios luminosos del rosario con
pensamientos de San Francisco de Sales. “Nuestro Señor es como el sol que va
por todo” –decía él: confiados que este Sol nos viene por María, la invocamos a
ella pidiéndole: Madre mía, dame a Jesús, sol de mi vida.
MISTERIOS LUMINOSOS
1.-El Bautismo del Señor en el Jordán
“¡Oh, cómo el espíritu de San Juan estaba lejos del espíritu
de este mundo! El no solía hacer hermosos discursos para contestar [...] que él
no era el Cristo. [...] Percibiendo que lo tenían por quien no era, él se
contenta con decir, en una sola palabra, que él no era quien ellos juzgaban que
fuera. Nosotros somos tan cuidadosos de acoger bien los honores que nos dan;
[...] uno tanto aprecia dignidades y elogios!.”
2.-El Milagro de las Bodas de Cana
Entonces, es una oración muy buena contentarse con la
presentación de sus necesidades a Nuestro Señor, poniéndolas ante los ojos de
su bondad y dejar el resto a El para resolver, con la certidumbre de que El nos
atenderá según nuestras necesidades, cuando uno se encuentra en la sequedad, la
desolación y en el “abatimiento” y decirle, a según el ejemplo de la Virgen: “Señor,
heme aquí, pobre que soy, desolado, afligido, repleto de frialdad y aridez, el
más pobre de todos y lleno de pecados.”
3.- El anuncio del Reino invitando a la
conversión.
La penitencia nos reconcilia y nos reúne a Dios, de quien
estábamos separados por el desprecio: en la medida que ella nos retira del
pecado por motivo del arrepentimiento, ella nos une a Dios por razones de amor.
4.-La Transfiguración del Señor
La persona está en gran peligro en la consolación, pues
no se sabe si ama las consolaciones de Dios, o entonces, al Dios de las
consolaciones! (cf. II Cor 1,3) Pero, en la aflicción, no hay que temer,
siempre que uno sea fiel.
5.- La institución de la Eucaristía
Sí, deberíamos hacer cien mil adoraciones, cada día, de
ese divino Sacramento, como reconocimiento del amor con que Dios habita con
nosotros. Es esa la consideración que debemos hacer para la alegría de nuestra
fe.