EL PODER DEL AGUA BENDITA
Tengo mucha experiencia de que no hay nada
como el agua bendita para hacer huir al demonio y que no vuelva. Debe de ser
grande la fuerza del agua bendita. A mí me produce un consuelo muy singular y
notorio cuando la tomo. En verdad siempre siento un gusto que no sabría
definir, como un deleite interior que fortalece toda el alma. Y no es ilusión
mía, porque no me ha ocurrido una vez, sino muchas y lo he considerado con gran
detenimiento. Es algo así como si alguien que tiene mucho calor y sed, bebiese
un jarro de agua fría, que parece que todo él sintió un gran refrigerio (V 31,
4).