valedme de abogada con vuestro Santísimo Hijo,
a quien no me atrevo yo a recurrir.
Madre mía,
si es que en el otro mundo he de tener la suma desgracia
de no amar a un Señor tan digno de ser amado,
alcanzadme, a lo menos, que en éste le ame todo cuanto yo pueda.
Esta es la gracia que os pido y espero de Vos.