DÍA 2.
LA IMPORTANCIA DE LA HUMILDAD
PARA QUIEN QUIERA SALVARSE
MEDITACIÓN PARA ALCANZAR HUMILDAD
Para comenzar cada día:
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ante Jesús Sacramentado, visitándolo en el Sagrario ya presencialmente, ya espiritualmente, digamos la siguiente oración compuesta por santa Teresita del Niño Jesús:
ORACIÓN PIDIENDO LA HUMILDAD.
Santa Teresita del Niño Jesús
Jesús, cuando eras peregrino en nuestra tierra, Tú nos dijiste: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y vuestra alma encontrará descanso”. Mi alma encuentra en Ti su descanso al ver cómo te rebajas hasta lavar los pies a tus apóstoles. Entonces, me acuerdo de aquellas palabras que pronunciaste para enseñarme a practicar la humildad: “Os he dado ejemplo para que lo que he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. El discípulo no es más que su maestro... Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica”. Yo comprendo, Señor, estas palabras salidas de tu corazón, manso y humilde, y quiero practicarlas con la ayuda de tu gracia.
Te ruego, divino Jesús, que me envíes una humillación cada vez que yo intente colocarme por encima de los demás. Yo sé bien, Dios mío, que al alma orgullosa tú la humillas y que a la que se humilla le concedes una eternidad gloriosa; por eso, quiero ponerme en el último lugar y compartir tus humillaciones, para tener parte contigo en el reino de los cielos.
Pero tú, Señor, conoces mi debilidad. Cada mañana hago el propósito de practicar la humildad, y por la noche reconozco que he vuelto a cometer muchas faltas de orgullo. Al ver esto, me tienta el desaliento, pero sé que el desaliento es también una forma de orgullo. Por eso quiero, Dios mío, fundar mi esperanza sólo en Ti. Para alcanzar esta gracia de tu infinita misericordia, te repetiré muchas veces: ¡Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo!
DÍA 2.
LA IMPORTANCIA DE LA HUMILDAD
PARA QUIEN QUIERA SALVARSE
De la Práctica de la humildad, de S.S. el Papa León XIII
Es verdad incontrastable que no habrá misericordia para el soberbio, que se le cerrarán las puertas del reino de los Cielos y que sólo al humilde ha de abrirlas el Señor. Para convencerse de esta verdad basta abrir las Sagradas Escrituras que continuamente nos enseñan que Dios resiste a los orgullosos, que humilla a los que se ensalzan, que hay que hacerse semejante a los niños para entrar en su gloria, que quien a ellos no se asemeje será excluido, y, por último, que Dios sólo otorga su gracia a los humildes.
Siendo esto cierto, no sabremos convencernos lo bastante de cuánta importancia tiene para todo cristiano procurar la práctica de la humildad y arrojar del alma toda presunción, toda vanidad y todo orgullo. No hay esfuerzo o fatiga que no deba sostenerse para acertar en empresa tan santa y, así como no puede llevarse a feliz término sin la gracia de Dios, así hay que implorarla con instancia y mucha frecuencia.
Todo cristiano ha contraído en el santo bautismo la obligación de seguir las huellas de Jesucristo, y éste es el modelo divino con el cual debemos conformar nuestra vida.
Ahora bien; este Dios Salvador ha llevado a tal extremo la humildad que se ha hecho el oprobio de la tierra para abatir la altivez y curar la llaga de nuestro orgullo, enseñándonos con su ejemplo la única vía que conduce al Cielo. Esta es, hablando propiamente, la más importante lección del Salvador: “Aprended de mí”.
Tú, pues, discípulo de este divino Maestro, si ansias adquirir la perla preciosa, que es la más segura prenda de santidad y la señal más cierta de predestinación, recibe dócilmente los avisos que te doy, y practícalos fielmente.
Para finalizar cada día
LETANÍAS DE LA HUMILDAD
Venerable Cardenal Merry del Val
Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.
Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús
Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús
Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús
Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús
Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús
Del temor de ser humillado, líbrame Jesús
Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús
Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús
Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús
Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús
Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús
Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús
Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús
Que otros sean más estimados que yo. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean alabados y de mí no se haga caso. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean preferidos a mí en todo. Jesús dame la gracia de desearlo
Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo
Oración:
Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.
***
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles custodios, rogad por nosotros.
Todos los santos de Dios, rogad por nosotros.
Ave María Purísima, sin pecado concebida.