Homilía de maitines
MARTES DE LA OCTAVA DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano
HOMILIA DE SAN AGUSTIN, OBISPO
Trat. 45 sobre San Juan, después del principio
El Señor en la lección de este día propuso una
semejanza respecto de su rebaño y de la puerta por la que se entra en el
aprisco. Digan, por tanto, los paganos: ¡Nos portamos bien! Si no entran por la
puerta ¿Qué les aprovecha aquello de que se glorían? El vivir bien deba
aprovechar a cada uno para conseguir el vivir siempre, ¿Qué le aprovecha vivir
bien? Porque no debemos decir que viven bien, cuantos por su ceguedad ignoran
el fin de la vida buena, o por su soberbia lo desprecian. Nadie tiene esperanza
cierta y verdadera de vivir siempre, a no ser que conozca la vida que es
Cristo, y así por la puerta entre en el aprisco.
Muchas veces estos tales pretenden persuadir a los
demás que vivan honestamente, pero sin ser cristianos. Con esto pretenden
entrar por otra parte, arrebatar las ovejas y matarlas. No quieren, como el
Buen Pastor, conservar su vida y salvarlas. Hubo algunos filósofos que trataron
cosas muy sutiles acerca de las virtudes y de los vicios, distinguiendo,
definiendo, sacando conclusiones muy agudas con las cuales llenaron sus libros,
publicando su sabiduría con palabras llenas de vanidad, y se atrevían también a
decir a los hombres: seguidnos; ingresad en nuestra secta, si queréis vivir
felizmente. Más no entraban por la puerta. Querían perderlos, arruinarlos y
darles muerte.
Y, ¿qué diremos de los Judíos? He aquí que los
mismos fariseos leían las Escrituras, y en lo que leían celebraban a Cristo,
esperaban su venida, y cuando estaba presente no le reconocían. Presumían de
ser videntes, esto es, del número de los sabios, y negaban a Cristo, y así no
entraban por la puerta. De consiguiente, a los que por acaso seducían les
atraían no para librarles sino para perjudicarles y matarles. Pero dejemos a
estos. Vamos a aquellos que se glorían con el nombre de Cristo, si entran en la
verdad de la puerta. Pues son innumerables los que no solo se llaman a sí
mismos videntes, sino que pretenden ser iluminados por Cristo. Más éstos son
herejes.
Transcripto por Dña. Ana María Galvez