miércoles, 18 de mayo de 2016

DÍA 18 DE MAYO . "MISERICORDIAS MARIAE IN AETERNUM CANTABO"


DÍA 18 DE MAYO 
[Después de recitar el santo rosario y las letanías, se da comienzo al piadoso ejercicio del mes de mayo, con algún canto introductorio como “Venid y vamos todos”.]
INVOCACIONES INICIALES
A LA VIRGEN MARÍA, REINA Y MADRE DE MISERICORDIA
Te saludamos, Virgen María, Reina clemente que, habiendo experimentado la misericordia del Padre  de un modo único y privilegiado, acoges a todos los que en ti se refugian y los escuchas cuando te invocan.  Avemaría y Gloria
Te saludamos, Virgen María, Madre de la misericordia, atenta siempre a los ruegos de tus hijos, para impetrar indulgencia y obtenerles el perdón de los pecados.  Avemaría y Gloria
Te saludamos, Virgen María, dispensadora del amor divino,  que ruegas incesantemente a tu Hijo por nosotros, para que su gracia enriquezca nuestra pobreza y su poder fortalezca nuestra debilidad.  Avemaría y Gloria

DÍA 18  DE MAYO
[Después se lee lo propio para cada día del mes]
Así como los enfermos pobres, que por su miseria se ven desamparados de todos, hallan su único refugio en los hospitales públicos, así los pecadores más desamparados, aunque de todos sean despedidos, no se ven desamparados de la misericordia de María, a quien Dios puso en el mundo con el fin de que fuese el refugio y hospital público de los pecadores, como dice san Basilio. Y por esto san Efrén la llama “asilo de los pecadores.” Por eso, si acudo a ti, Reina mía, no puedes desecharme por mis pecados; antes bien, cuanto más desamparado me encuentro, más motivo tengo para ser acogido bajo el manto de tu protección, ya que Dios quiso crearte para que fueras el socorro de los desgraciados. A ti recurro, María, y me pongo bajo tu manto. Tú, que eres el refugio de los pecadores, sé mi refugio y la esperanza de mi salvación. Si tú me desechas, ¿a dónde acudiré?
Jaculatoria: María, refugio mío, sálvame.

ORACIÓN PARA FINALIZAR LA VISITA DIARIA
¡Inmaculada Virgen y Madre mía santísima! A ti, que eres la “Madre de mi Señor”, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza y el refugio de los pecadores, acudo en este día yo que soy el más necesitado de todos. Te alabo, Madre de Dios y te agradezco todas las gracias que hasta ahora me has hecho, especialmente la de haberme librado del infierno que tantas veces he merecido.  Te amo, Señora y Madre mía, y por el amor que te tengo te prometo servirte siempre y hacer todo lo posible para que seas también amada de los demás. En ti pongo mi esperanza y mi eterna salvación.  Madre de misericordia, acéptame por tu hijo y acógeme bajo tu manto, y ya que eres tan poderosa ante Dios, líbrame de las tentaciones y dame fuerza para vencerlas hasta la muerte. Te pido el verdadero amor a Jesucristo. De ti espero la gracia de una buena muerte.  Madre mía, por el amor que tienes a Dios, te ruego que siempre me ayudes, pero mucho más en el último momento de mi vida. No me desampares mientras no me veas a tu lado en el cielo, bendiciéndote y cantando tus misericordias por toda la eternidad. Amén. [Se puede terminar con alguna oración popular a la Virgen como la Salve, Oh Señora mía, Bendita sea tu pureza, etc, o un canto apropiado.]