HOMILÍA DEL OFICIO DE MAITINES SOBRE EL
EVANGELIO DEL DOMINGO
XXII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Homilía de San Hilario, Obispo.
Con
frecuencia se agitan los fariseos, y en vano escudriñan el pasado
buscando pretexto para acusar a Jesús. Era imposible, en efecto, hallar
ninguna falta ni en sus actos ni en sus palabras; pero su maldad les
impulsaba a proseguir sus investigaciones para descubrir algo de qué
acusarle. Y como procuraba apartar a todos de los vicios de este mundo y
de las supersticiones de las religiones inventadas por los hombres,
predicando el reino celestial, le proponen, para tentarle, que resuelva
esta cuestión: “¿Es conveniente pagar el tributo al César?”, sondeándole por si acaso atacaba a los poderes de la tierra.
Pero
conociendo él los más secretos pensamientos (porque nada hay oculto en
el hombre que Dios no vea), manda que le muestren un denario, y pregunta
de quién era aquella imagen y aquella inscripción. Los fariseos le
respondieron que era del César; y él les contesta: “lo que devuelvan al
César lo que es del César”, pero que den también a Dios lo que es de
Dios. ¡Oh respuesta verdaderamente admirable y solución perfecta, la de
esta sentencia celestial! El Señor concilia tan perfectamente el
desprecio de siglo con el honor debido al
César, que, obstante obliga a dar al César lo que le pertenece, desliga
las almas consagradas a Dios de todos los cuidados y obligaciones del
mundo.
Porque
si nada nos queda que pertenezca al César, ya no tenemos obligación de
darle lo que es suyo. Pero si nos mezclamos en sus cosas, si recurrimos a
su poder y nos sometemos a él como mercenarios nos ligamos a la
administración de un patrimonio ajeno: no podemos entonces lamentar como
una injusticia la obligación de dar al César lo que es del César.
Debemos, empero, dar también a Dios lo que le pertenece: nuestro cuerpo,
nuestra alma, nuestra voluntad. Porque todas estas cosas de él nos
vienen, y por él las
conservamos y mejoramos. Es justo, pues, que todas ellas vuelvan por
entero a Aquel a quien reconocen por autor de su ser y de su
perfección.