COMENTARIO AL EVANGELIO
XX DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano
¿Podremos hallar un ejemplo
mejor para dar a entender a los cabezas de familia que no pueden trabajar
eficazmente en la salvación propia sin trabajar también en la de sus hijos? En
vano los padres y madres emplearan sus días en la penitencia, en llorar sus
pecados, en repartir sus bienes a los pobres; si tienen la desgracia de descuidar
la salvación de sus hijos, todo está perdido. ¿Dudáis de ello? Abrid la
Escritura, y allí veréis que, cuando los padres fueron santos, también lo
fueron los hijos. Cuando el Señor alaba a los padres o madres que se
distinguieron por su fe y piedad, jamás se olvida de hacernos saber que los
hijos y los servidores siguieron también sus huellas. ¿Quiere el Espíritu Santo
hacernos el elogio de Abraham y de Sara?, pues tampoco se olvida de hablarnos
de la inocencia de Isaac y de su fiel siervo Elezer (Gen., XXIV.). Y si pone
ante nuestra consideración las raras virtudes de la madre de Samuel, pondera al
mismo tiempo las bellas cualidades de este digno hijo (1Reg., I y II.). Cuando
quiere ponernos de manifiesto la inocencia de Zacarias y Elisabet, en seguida
nos habla de Juan Bautista, el santo precursor del Salvador (Luc., I.). Si el
Señor quiere presentarnos a la madre de los Macabeos como una madre digna de
sus hijos, nos manifiesta al mismo tiempo el ánimo y la generosidad de estos,
quienes con tanta alegría dan su vida por el Señor (II Mach., VII.). Cuando San
Pedro nos habla del centurión Cornelio como de un modelo de virtud, nos dice al
mismo tiempo que su familia toda servia con él al Señor (Act., X, 2.). Cuando
el Evangelio nos habla de aquel otro oficial que acudió a Jesucristo para
pedirle la curación de su hijo, nos dice que, una vez alcanzada, no se dio
punto de reposo hasta que toda su familia le acompañó en seguimiento del Señor
(Ioan., IV, 33.). ¡Bellos ejemplos para los padres y madres! ¡Dios mío!, si los
padres y madres de nuestros días tuviesen la suerte de ser santos. ¡Cuanto
mayor número de hijos tendrían entrada en el cielo! ¡Cuántos hijos de menos
para el infierno!