¡Salve
Madre de América! Celestial Misionera del nuevo Mundo, que desde el Santuario
del Tepeyac has sido, durante más de cuatro siglos Madre y Maestra en la fe de
los pueblos de América. Sé también su amparo y sálvalos, oh Inmaculada María;
asiste a sus gobernantes, infunde nuevo celo a sus Prelados, aumenta las
virtudes en el clero; y conserva siempre la fe en el pueblo. Que en todos los
hogares florezca la santidad de la familia en cuyo seno la educación católica
reciba, con tu mirada, saludable incremento.
12 de octubre de 1961