Homilía del oficio de maitines
IV DOMINGO DE ADVIENTO
Forma
Extraordinaria del Rito Romano
Homilía de San Gregorio, Papa
Decía Juan a las turbas que
acudían a él para recibir el bautismo: “Generación de víboras, ¿Quién nos a
enseñado a huir de la ira venidera?”. Por la ira venidera se entiende el
castigo final, del que el pecador no se podrá librar si ahora no hace ahora
verdadera penitencia. Y debemos notar que los malos hijos que imitan los
ejemplos de los padres perversos, son llamados generación de víboras, porque al
envidiar a los buenos, y al perseguirlos causando males a muchos ellos, lo
hacen siguiendo el ejemplo de sus padres, por lo cual son como hijos
envenenados nacidos también de padres envenenados.
Mas ya que hemos pecado, ya que
nos sentimos esclavos de malos hábitos inveterados, que nos diga que debemos
hacer para vernos libres de la ira venidera. Helo aquí: “haced, pues, frutos
dignos de penitencia”. En cuyas palabras se debe advertir que el amigo del
esposo, no solo nos advierte que hagamos frutos de penitencia, sino dignos
frutos de penitencia. Y a la verdad, una cosa es hacer frutos de penitencia,
otra es hacer frutos dignos de penitencia. Y para que esto mejor se
entienda, se debe observar que quien no ha hecho nada ilícito, tiene derecho a
usar de las cosas licitas y a dedicarse de tal manera a las obras de
piedad que no esté obligado a renunciar a las cosas del mundo.
Pero si alguno a cometido,
pecado de fornicación, o lo que sería aún más grave, si hubiera caído en
adulterio, este tal tanto debe abstenerse de lo lícito, cuanto tiene conciencia
de haber perpetrado lo lícito, ya que los frutos de las buenas obras del que ha
pecado poco, no deben ser iguales a los del que pecó mucho, ni los del que no
cometió ninguna maldad, a los del que cometió algunas o muchas. Por estas
palabras: “Haced frutos dignos de penitencia”, se advierte, pues, a la
conciencia de cada uno que procure adquirir tanto mayor acopio de buenas
obras mediante la penitencia, cuanto más daños se causó por la culpa