NOVENA PREPARATORIA DE NAVIDAD CON BENEDICTO XVI.
24 de diciembre
EL NIÑOJESÚS
Benedicto XVI, 26 de septiembre de 2009
La imagen del Niño Jesús lleva
inmediatamente a pensar en el misterio de la Encarnación, en el Dios
omnipotente que se hizo hombre y vivió treinta años en la humilde familia de
Nazaret, confiado por la Providencia a la solícita custodia de María y de José.
El pensamiento se dirige a vuestras familias y a todas las familias del mundo,
a sus alegrías y a sus dificultades. A la reflexión unimos la oración,
invocando del Niño Jesús el don de la unidad y de la concordia para todas las
familias. Pensamos especialmente en las familias jóvenes, que deben esforzarse
tanto para dar a sus hijos seguridad y un futuro digno. Oramos por las familias
en dificultad, probadas por la enfermedad y el dolor, por las que están en
crisis, desunidas o desgarradas por la discordia y la infidelidad. A todas las
encomendamos al Santo Niño de Praga, sabiendo cuán importante es su estabilidad
y su concordia para el verdadero progreso de la sociedad y para el futuro de la
humanidad.
La imagen del Niño Jesús, con la
ternura de su infancia, nos permite además percibir la cercanía de Dios y su
amor. Comprendemos lo preciosos que somos a sus ojos porque, precisamente
gracias a él, nos hemos convertido a nuestra vez en hijos de Dios. Todo ser
humano es hijo de Dios y por lo tanto hermano nuestro y, como tal, debe ser
acogido y respetado. Que nuestra sociedad comprenda esta realidad. Entonces
cada persona sería valorada no por lo que tiene, sino por lo que es, pues en el
rostro de cada ser humano, sin distinción de raza ni de cultura, brilla la
imagen de Dios.
Esto vale sobre todo para los niños.
En el Santo Niño de Praga contemplamos la belleza de la infancia y la
predilección que Jesucristo siempre manifestó hacia los pequeños, como leemos
en el Evangelio (cf. Mc 10, 13-16). ¡Cuántos niños, en cambio, no son
amados ni acogidos ni respetados! ¡Cuántos son víctimas de la violencia y de
toda forma de explotación por parte de personas sin escrúpulos! Que se reserve
a los menores el respeto y la atención que se les debe: los niños son el futuro
y la esperanza de la humanidad.
Deseo
ahora dirigiros unas palabras en particular a vosotros, queridos niños, y a
vuestras familias. Habéis venido en gran número a encontraros conmigo y os lo
agradezco de corazón. Vosotros, que sois los predilectos del corazón del Niño
Jesús, corresponded a su amor y, siguiendo su ejemplo, sed obedientes, amables
y caritativos. Aprended a ser, como él, el consuelo de vuestros padres. Sed
verdaderos amigos de Jesús y recurrid a él siempre con confianza. Rezadle por
vosotros mismos, por vuestros padres, familiares, maestros y amigos, y rezadle
también por mí. Gracias de nuevo por vuestra acogida y de corazón os bendigo,
mientras invoco sobre todos la protección del Santo Niño Jesús, de su Madre
Inmaculada y de san José.