INVOCACIONES
PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS
Oh
Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo,
abarcando
del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad,
R/. ¡Ven y muéstranos el camino de la salvación!
Oh
Adonai, Pastor de la casa de Israel,
que
te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley,
R/.¡Ven a librarnos con el poder de tu brazo!
Oh
Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos,
ante
quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones,
R/. ¡Ven a librarnos, no tardes más!
Oh
Llave de David y Cetro de la casa de Israel,
que abres y nadie puede cerrar, cierras y
nadie puede abrir,
R/. ¡Ven y libra los cautivos que viven en tinieblas y
en sombra de muerte!
Oh
Sol que naces de lo alto, Resplandor de la Luz Eterna, Sol de justicia,
R/. ¡Ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte!
Oh
Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia,
que
haces de dos pueblos uno solo,
R/. ¡Ven y salva al hombre que formaste del barro de
la tierra!
Oh
Emmanuel, Rey y Legislador nuestro,
esperanza
de las naciones y salvador de los pueblos,
R/. ¡Ven a salvarnos, Señor Dios nuestro!
MEDITACIÓN
PARA CADA DÍA
ORACIÓN
PARA CONCLUIR TODOS LOS DÍAS
Oración del Papa San Juan Pablo II
Junto
a ti, Virgen Madre, permanecemos pensativos
ante
el pesebre donde está acostado el Niño,
para
participar de tu mismo asombro ante la inmensa condescendencia de Dios.
Danos
tus ojos, María, para descifrar el misterio
que
se oculta tras la fragilidad de los miembros del Hijo.
Enséñanos
a reconocer su rostro en los niños de toda raza y cultura.
Ayúdanos
a ser testigos creíbles de su mensaje de paz y de amor,
para
que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo,
caracterizado
aún por tensos contrastes e inauditas violencias,
reconozcan
en el Niño que está en tus brazos al único Salvador del mundo,
fuente
inagotable de la paz verdadera,
a la que todos aspiran en lo más profundo del
corazón.
Todos:
Alma
Redemptoris Mater,
quæ
pervia cæli
Porta
manes, et stella maris,
succurre
cadenti,
Surgere
qui curat, populo:
tu
quæ genuisti,
Natura
mirante,
tuum
sanctum Genitorem
Virgo
prius ac posterius,
Gabrielis ab ore
Sumens illud Ave,
peccatorum miserere.
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Madre
del Redentor, Virgen fecunda
puerta
del Cielo
siempre
abierta,
estrella
del mar
ven
a librar al pueblo que tropieza
y
se quiere levantar.
Ante
la admiración
de
cielo y tierra,
engendraste
a tu Santo Creador,
y
permaneces siempre Virgen,
recibe
el saludo del ángel Gabriel
y
ten piedad de nosotros pecadores.
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