Homilía del oficio de maitines
II DOMINGO DE ADVIENTO
Forma
Extraordinaria del Rito Romano
Homilía
de San Gregorio, Papa.
Vistos tantos prodigios y señales tan grandes, no debía nadie
escandalizarse, sino llenarse de admiración. Mas las mentes de los infieles se
escandalizaron en gran manera, cuando después de haber visto que realizaba tan
grandes maravillas, le vieron morir. Eso es lo que el Apóstol San Pablo nos
enseñó cuando dijo: “Nosotros predicamos a Jesucristo crucificado, cosa de que
los judíos se escandalizaron, y los gentiles tuvieron por locura”. Pues
les pareció a los hombres una locura, que por ellos muriera el Autor de la
Vida, y de donde le son más
deudores, tomaron ocasión de escandalizarse. Siendo así, que tanto más Dios
merece ser honrado por los hombres, cuanto por ellos sufrió más oprobios.
¿Qué significa, por lo tanto: “Bienaventurados quien no tomare de mí
ocasión de escandalizarse”; sino anunciarnos con palabras claras cuán humilde y
llena de injurias habrá de ser su muerte? Como si dijera manifiestamente: En
verdad que realizo cosas admirables, pero no me desdeño de sufrir las más
humillantes. Por lo tanto, ya que muriendo me asemejo a vosotros, guárdense
bien de despreciar la muerte que padezco, cuantos verán mis milagros.
Mas, dejados los discípulos de Juan, atendamos a lo que el mismo Juan
dice de las turbas: “¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿A una caña agitada
por el viento?” lo cual no lo dijo afirmándolo, sino negándolo. Pues la caña,
luego que fuere agitada por el viento, se dobla hacia la otra parte. Y ¿Qué
significa la caña sino el hombre carnal? Este, luego que es tocado por la
alabanza o la detracción, al instante se inclina a la otra parte.