EVANGELIO DEL DÍA
XV DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano
En aquel tiempo iba Jesús camino de
una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando
se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un
muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la
ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo: «No
llores». Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y
dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!». El muerto se incorporó y empezó
a hablar, y se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos de temor, daban
gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios
ha visitado a su pueblo».