COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DÍA
MARTES DE PASCUA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Jesús resucitado que se presenta en medio de los
discípulos (cf. Lc. 24,36), los cuales, incrédulos y atemorizados, pensaban que
veían un espíritu (cf. Lc. 24,37). Romano Guardini escribe: "El Señor ha
cambiado. No vive ya como antes. Su existencia ... no es comprensible. Sin
embargo, es corpórea, incluye... todo lo que vivió; el destino atravesado, su
pasión y su muerte. Todo es real. Aunque sea cambiada, pero siempre una
tangible realidad" (Il Signore. Meditazioni sulla persona e la vita di
N.S. Gesù Cristo, Milano 1949, 433). Dado que la resurrección no borra los
signos de la crucifixión, Jesús muestra sus manos y sus pies a los apóstoles. Y
para convencerlos, les pide algo de comer. Así que los discípulos "le
ofrecieron un trozo de pescado. Lo tomó y comió delante de ellos" (Lc.
24,42-43). San Gregorio Magno comenta que "el pescado asado al fuego no
significa otra cosa que la pasión de Jesús, Mediador entre Dios y los hombres.
De hecho, él se dignó esconderse en las aguas de la raza humana, aceptó ser
atrapado por el lazo de nuestra muerte y fue como colocado en el fuego dado los
dolores sufridos en el momento de la pasión" (Hom. in Evang XXIV, 5:. CCL
141 , Turnhout, 1999, 201).
Gracias a estos signos muy reales, los discípulos superaron
la duda inicial y se abrieron al don de la fe; y es esta fe lo que les permite
entender las cosas escritas sobre Cristo "en la Ley de Moisés, en los
Profetas y en los Salmos" (Lc. 24,44).