Santo Rosario.
Por la señal...
Monición inicial: Se hace
hoy memoria de San Damián de Veuster, también llamado de Molokay, presbítero de
la Congregación de Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María,
quien, entregado a la asistencia de los leprosos en la isla de Molokay (Oceanía),
terminó él mismo contagiado de esta enfermedad. Murió en el año 1889. Tenía la
costumbre de rezar el rosario en el cementerio, junto a la iglesia y decía: “Encuentro
mis delicias rezando allí mi rosario y meditando sobre la felicidad eterna, de
la que ya gozan gran número de ellos, sobre la desgracia eterna de algunos que
no han querido obedecerme, y sobre el sufrimiento del Purgatorio…”
Señor mío
Jesucristo...
MISTERIOS GLORIOSOS
1.-La Resurrección del
Señor.
San
Damián decía ante el olor fortísimo que desprendían los enfermos: “¡Que este acto
de mortificación pueda obtener la resurrección espiritual a los que de entre
ellos todavía no han salido del sepulcro del pecado, para vivir la vida de la
gracia que Dios les ofrece todos los días!.”
2.- La Ascensión del
Señor
“El hombre no
encuentra el verdadero gozo mas que sirviendo a Dios durante el poco tiempo de
esta vida. Así pues, trabajemos juntos para poseer en el otro mundo la vida
eterna....”
3.- La Venida del
Espíritu Santo sobre los Apóstoles reunidos en torno a la Virgen María
“Reza y haz que
recen por nosotros –los sacerdotes-,
para que nuestro divino Salvador se digne encender en nuestros corazones ese
fuego que Él vino a traer a la tierra y que tanto desea que arda....”
4.- La Asunción de
María Santísima a los Cielos
“Vean, pues, que
Dios no nos abandona nunca, ni en lo temporal ni en lo espiritual. Tengamos,
pues, siempre confianza en Él. La santísima Virgen María nos protegerá también
en todos los peligros si vivimos siempre como fervientes cristianos. Recemos
siempre unos por otros para obtener la gracia de reunirnos de nuevo con Dios en
el Cielo....”
5.- La Coronación de
la Virgen como Reina y Señora de todo lo Creado.
“Cuando me llega
alguna enfermedad me alegro porque se aproxima mi fin. Me encuentro enteramente
resignado y contento con lo que tengo, y feliz si la perseverancia corona mis
trabajos. Pongámonos en las manos de Dios como instrumentos en las manos del
obrero. En la vida o en la muerte seamos siempre de Jesús.”