COMENTARIO AL
EVANGELIO
III DOMINGO DE PASCUA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
"Los que sembraban con lágrimas cosechan entre
cantares". Bajo el peso del trabajo, a veces el rostro se cubre de
lágrimas: se está realizando una siembra fatigosa, que tal vez resulte inútil e
infructuosa. Pero, cuando llega la cosecha abundante y gozosa, se descubre que
el dolor ha sido fecundo. En este versículo del Salmo se condensa la gran
lección sobre el misterio de fecundidad y de vida que puede encerrar el
sufrimiento. Precisamente como dijo Jesús en vísperas de su pasión y muerte:
"Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si
muere, da mucho fruto" (Jn 12, 24).
Concluyamos con una reflexión de san Beda el
Venerable (672-735) sobre el salmo 125 comentando las palabras con que Jesús
anunció a sus discípulos la tristeza que les esperaba y, al mismo tiempo, la
alegría que brotaría de su aflicción (cf. Jn 16, 20). Beda recuerda que "lloraban y se
lamentaban los que amaban a Cristo cuando vieron que los enemigos lo
prendieron, lo ataron, lo llevaron a juicio, lo condenaron, lo flagelaron, se
burlaron de él y, por último, lo crucificaron, lo hirieron con la lanza y lo
sepultaron. Al contrario, los que amaban el mundo se alegraban (...) cuando
condenaron a una muerte infamante a aquel que les molestaba sólo al verlo. Los
discípulos se entristecieron por la muerte del Señor, pero, conocida su
resurrección, su tristeza se convirtió en alegría; visto después el prodigio de
la Ascensión, con mayor alegría todavía alababan y bendecían al Señor, como
testimonia el evangelista san Lucas (cf. Lc 24, 53). Pero estas palabras del
Señor se pueden aplicar a todos los fieles que, a través de las lágrimas y las
aflicciones del mundo, tratan de llegar a las alegrías eternas, y que con razón
ahora lloran y están tristes, porque no pueden ver aún a aquel que aman, y
porque, mientras estén en el cuerpo, saben que están lejos de la patria y del
reino, aunque estén seguros de llegar al premio a través de las fatigas y las
luchas. Su tristeza se convertirá en alegría cuando, terminada la lucha de esta
vida, reciban la recompensa de la vida eterna, según lo que dice el Salmo: "Los que sembraban con lágrimas,
cosechan entre cantares"" (Omelie sul Vangelo, 2, 13: Collana di Testi Patristici, XC, Roma 1990,
pp. 379-380).