Santo Rosario.
Por la señal...
Monición inicial: Celebramos hoy a San Anselmo, obispo y doctor de la Iglesia, que,
nacido en Aosta, fue monje y abad del monasterio de Bec, en Normandía,
enseñando a los hermanos a caminar por la vía de la perfección y a buscar a
Dios por la comprensión de la fe. Promovido a la insigne sede de Canterbury, en
Inglaterra, trabajó denodadamente por la libertad de la Iglesia, sufriendo por
ello dificultades y destierros (1109).
Señor mío
Jesucristo...
MISTERIOS DOLOROSOS
1. La Oración de Jesús
en el Huerto
“Y tú, Señor,
¿hasta cuándo nos olvidarás? ¿Hasta cuándo apartarás de nosotros tu rostro?
¿Cuándo volverás hacia nosotros tus miradas? ¿Cuándo nos escucharás? ¿Cuándo
iluminarás nuestros ojos? ¿Cuándo nos mostrarás tu rostro? ¿Cuándo accederás a
nuestros deseos? Señor, vuelve tus ojos hacia nosotros, escúchanos, ilumínanos,
muéstrate a nosotros. Sin ti no hay para nosotros más que desdichas; ríndete a
nuestros deseos para que la dicha nos venga de nuevo. Ten piedad de nuestros
trabajos y de los esfuerzos que hacemos para llegar hasta ti, sin cuyo socorro
no podemos nada. Tú nos invitas, ayúdanos. Señor, yo te suplico que la
desesperación no reemplace a mis gemidos; que la esperanza me permita respirar.
Suplícote, Señor; mi corazón está sumergido en la amargura de la desolación que
lleva en sí; endulza su pena por tus consuelos..”
2. La flagelación de
Jesús atado a la columna.
“Señor, empujado
por la necesidad, he comenzado a buscarte; no permitas, te lo suplico, que yo
me retire sin quedar saciado. Me he acercado para apaciguar mi hambre; que no
tenga que volverme sin haberla satisfecho. Pobre como soy, imploro tu riqueza;
desgraciado, tu misericordia; que la negativa y el desprecio no sean el efecto
de mi oración. Y si suspiro por la llegada de ese precioso alimento, que al
menos no me falte después de la prueba. Encorvado como estoy, Señor, no puedo mirar
más que la tierra; enderézame, y mis miradas se dirigirán hacia los cielos. Mis
iniquidades se han alzado por encima de mi cabeza, me rodean por todas partes y
me oprimen como una carga pesada. Desembarázame de estos obstáculos, descárgame
de este peso; que no me encierren en sus profundidades como en un pozo. Que me
sea permitido volver los ojos hacia tu luz desde lejos o del fondo de mi
abismo. Enséñame a buscarte, muéstrate al que te busca, porque no puedo
buscarte si no me enseñas el camino. No puedo encontrarte si no te haces
presente. Yo te buscaré deseándote, te desearé buscándote, te encontraré
amándote, te amaré encontrándote..”
3. La coronación de
espinas
“Así, pues, ¡oh
Señor!, tú que das la inteligencia de la fe, concédeme, en cuanto este
conocimiento me puede ser útil, el comprender que tú existes, como lo creemos,
y que eres lo que creemos. Creemos que encima de ti no se puede concebir nada
por el pensamiento. Se trata, por consiguiente, de saber si tal Ser existe,
porque el insensato ha dicho en su corazón: No hay Dios..”
4. Nuestro Señor con
la cruz a cuestas camino del Calvario
“¡Cuán
desgraciado soy, hijo infortunado de Eva apartado de Dios por el crimen! ¿En
qué empresa me he metido? ¿Qué es lo que he hecho? ¿Dónde iba? ¿A dónde he
llegado? ¿Qué es lo que yo pretendía? ¿A qué término he llegado? ¿Quién suscita
mis suspiros? He buscado la dicha, y la consecuencia ha sido la agitación. Yo
quería ir hasta Dios, y no he encontrado más que a mí mismo. Buscaba el
descanso en el secreto de mi soledad, y no he encontrado en el fondo de mi
corazón más que dolor y tribulación. ¿Quería alegrarme con toda la alegría de
mi alma? Me veo obligado a gemir con los gemidos de mi corazón. Esperaba la
felicidad, y no he encontrado más que una triste ocasión de redoblar mis
suspiros.”
5. La crucifixión y
muerte del Señor
“Yo te suplico,
¡oh Señor!, haz que te conozca, que te ame, a fin de que encuentre en ti toda
mi alegría. Y si en este mundo no puedo alcanzar la plenitud de la dicha, que
al menos crezca en mí cada día hasta ese momento deseado. Que en esta vida cada
instante me eleve más y más al conocimiento de ti mismo, y que en la vida
futura este conocimiento sea perfecto; que aquí mi amor por ti aumente, que
allí alcance su plenitud; que aquí mi alegría en esperanza sea cada vez mayor,
que allí sea completa.”