viernes, 17 de abril de 2015

MANTENGAMOS LA ESPERANZA, POR EL CONSUELO QUE DAN LAS ESCRITURAS. Beato Bautista Spagnoli, ocd


Hallarás un remedio eficaz y extraordinario contra los dolores del cuerpo y la tristeza del alma en la lectura de los Libros sagrados. No existe, a mi modo de ver, ningún otro lenguaje, por atildado, grandilocuente y florido que sea, comparable al de la Escritura a la hora de aliviar penas y ahuyentar preocupaciones. Yo mismo lo he podido comprobar una y otra vez por experiencia.
Efectivamente, encontrándome en ocasiones acosado de infinitas angustias -entre las que ninguna prolifera tanto como la agitación de esta vida mortal-, me refugié siempre en las Letras divinas como un asilo seguro y remedio poderoso para el espíritu acongojado, y di en ellas con el consuelo apetecido, cumpliéndose mis esperanzas y deseos.
A menudo me he preguntado en mis reflexiones de dónde le vendrán a la Escritura su virtud persuasiva, el irresistible soplo con que sacude aquienes la escuchan y su enorme fuerza, capaz de inspirar en todos no sólo meras opiniones, sino una fe sólida. Y desde luego que no han de atribuirse semejantes efectos a la evidencia de unas razones que no aduce, ni al arte primoroso o lenguaje delicado y sugerente que no emplea. ¿No te parece que el poder persuasivo que la Escritura ejerce sobre nosotros radica en su derivación de la verdad fontal? ¿De dónde nos viene un conocimiento tan firme, sino de ella? Como si fuese la autoridad de esa misma verdad la que nos impulsa a creer en la Escritura.

Pero yo me pregunto ¿Y de dónde ha sacado esa autoridad? Cierto que no hemos visto a Dios hablar, escribir o enseñar; y sin embargo, creemos firmemente, como si lo hubiéramos visto, que cuanto leemos en los Libros sagrados dimanó del Espíritu Santo. Quizá el motivo de nuestra inquebrantable adhesión a la palabra revelada sea que en ella la verdad resulta segura, aunque no clara. Y ya se sabe que toda verdad tiene una fuerza persuasiva proporcional a su grado de certeza. Entonces, ¿por qué no todos creen en el Evangelio? Para mí, sencillamente: porque no todos se sienten atraídos por Dios. Pero ¿a qué prolongar el razonamiento? Si creemos con firmeza en la Sagrada Escritura es porque hemos recibido en lo hondo del alma una inspiración divina.