MIÉRCOLES DE LA II DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Poniéndose Jesús en camino para
Jerusalén, tomó aparte a sus doce discípulos y les dijo: Mirad que vamos a Jerusalén, donde el Hijo
del hombre ha de ser entregado a los príncipes, y le condenarán a muerte;
y le entregarán a los gentiles para
que sea escarnecido y azotado y crucificado; mas él resucitará al tercer
día. Entonces, la madre de los hijos de
Zebedeo, se le acerca con sus dos hijos, y le adora, manifestando querer
pedirle alguna gracia. Jesús le dijo:
¿Qué quieres? Y ella les respondió: Dispón que estos dos hijos míos tengan su
asiento en tu reino, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
Mas Jesús le dio por respuesta: No
sabéis lo que os pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo tengo de beber? Y le
dijeron: Bien podemos. Les replicó: Mi
cáliz sí que lo beberéis; pero el asiento a mi diestra o siniestra no me toca
concederlo a vosotros, sino que será para aquellos a quienes lo ha destinado mi
Padre.
Escuchando esto los otros diez
apóstoles, se indignaron contra los dos hermanos.
Mas Jesús los convocó a sí, y les
dijo: No ignoráis que los príncipes de las naciones avasallan a sus pueblos, y
que sus magnates los dominan con imperio.
No ha de ser así entre vosotros, sino que quien aspirase a ser mayor
entre vosotros, debe ser vuestro criado.
Y el que quiera ser entre vosotros el primero, ha de ser vuestro
siervo. Al modo que el Hijo del hombre
no ha venido a ser servido, sino a servir, y a dar su vida para redención de
muchos.
Mateo 20,17-28