Santo Rosario.
Por la señal...
Señor mío
Jesucristo...
Monición inicial: En la Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo, que, consumado el curso de su vida en la tierra, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos, meditamos los misterios del rosario con pensamientos de San Maximiliano María Kolbe y con su misma fórmula renovamos nuestra consagración personal a la Virgen María:
"Oh Inmaculada, reina del cielo y de la tierra,
refugio de los pecadores y Madre nuestra amorosísima,
a quien Dios confió la economía de la misericordia.
Yo, pecador indigno, me postro ante ti,
suplicando que aceptes todo mi ser como cosa y
posesión tuya.
A ti, Oh Madre, ofrezco todas las dificultades
de mi alma y mi cuerpo, toda la vida, muerte y eternidad.
Dispón también, si lo deseas, de todo mi ser, sin ninguna reserva,
para cumplir lo que de ti ha sido dicho:
"Ella te aplastará la cabeza" (Gen 3:15), y también:
"Tú has derrotado todas las herejías en el mundo".
Haz que en tus manos purísimas y misericordiosas
me convierta en instrumento útil para introducir y aumentar tu gloria
en tantas almas tibias e indiferentes, y de este modo,
aumento en cuanto sea posible el bienaventurado
Reino del Sagrado Corazón de Jesús.
Donde tú entras oh Inmaculada, obtienes la gracia
de la conversión y la santificación, ya que toda gracia
que fluye del Corazón de Jesús para nosotros,
nos llega a través de tus manos".
Ayúdame a alabarte, Oh Virgen Santa
y dame fuerza contra tus enemigos."
MISTERIOS DOLOROSOS
1. La Oración de Jesús
en el Huerto
“La oración es un
medio desconocido, y sin embargo el más eficaz para restablecer la paz en las
almas, para proporcionarles la felicidad, ya que sirve para acercarlas al amor
de Dios."
2. La flagelación de
Jesús atado a la columna.
“En las dificultades
repite a menudo: “Dios mío y mi todo.”
3. La coronación de
espinas
“Es humildad perfecta: Evitar todas aquellas palabras que pueden atraernos la gloria, la estima y el
aprecio de los demás. Aceptar de buena
gana toda ocasión para humillarte. Aceptar las ocasiones de desprecio y humillación primero con paciencia, después
de buena gana, sin dificultad y, finalmente, con alegría.”
4. Nuestro Señor con
la cruz a cuestas camino del Calvario
“Dejémonos conducir
por Ella, sea a lo largo de una calle bien asfaltada y cómoda, o sea por otra
escabrosa y difícil. Es suficiente un solo acto de amor –amor que procede no
del sentimiento, sino de la voluntad, es decir, como acto de obediencia
religiosa- para que una caída se transforme en un beneficio aún mayor. Las
caídas nos enseñan a no confiar en nosotros mismos, sino a poner toda nuestra
confianza en el amor de Dios, en manos de la Inmaculada, Mediadora de todas las
gracias.”
5. La crucifixión y
muerte del Señor
“Tu corazón no permitió que yo tuviera que
alimentarme únicamente de los recuerdos de tu inmenso amor. Te quedaste en esta
mísera tierra en el santísimo y admirable Sacramento del altar y ahora vienes a
mí y te unes estrechamente a mí bajo la forma del alimento…Tu Sangre ya fluye
en mi sangre, tu alma, oh Dios Encarnado, se compenetra con la mía, le da
fuerza y la alimenta."