Jueves de la octava de Pascua
TRES MUERTOS RESUCITADOS POR CRISTO
I. Cristo resucitó tres muertos, a saber: a la hija del archisinagogo (Mt 9, 18 sgts), al hijo de la viuda, que era llevado fuera de la puerta (de la ciudad de Naím), como se lee en San Lucas (7, 11), y a Lázaro, que llevaba ya cuatro días en el sepulcro: A la niña la resucitó en la casa; al joven, fuera de la puerta de la ciudad; a Lázaro, en el sepulcro. Además, a la niña la resucitó en presencia de pocos testigos: el padre y la madre de la niña, y tres de sus discípulos, Pedro, Santiago y Juan; pero al joven en presencia de una gran muchedumbre; a Lázaro, delante de una multitud y con gemidos.
Por estos tres resucitados se designan tres clases de pecadores. Pues unos pecan consintiendo con el corazón en el pecado mortal; y éstos son simbolizados por la niña muerta en la casa. Otros pecan por acciones y signos externos, y éstos son representados por el muerto que era llevado fuera de las puertas de la ciudad. Pero cuando se afirman en el pecado por costumbre, entonces son encerrados en el sepulcro. Sin embargo, el Señor los resucita a todos. Los que pecan únicamente por el consentimiento, y mueren pecando mortalmente, más fácilmente son resucitados. Y como su pecado es secreto, se curan con enmienda secreta. Pero cuando el pecado sale al exterior, entonces exige un remedio público.
II. Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren, vivirán (Jn 5, 25)
1º) Esto puede entenderse de la resurrección del cuerpo. Viene la hora, y ahora es, como si dijese: es verdad que todos resucitarán finalmente, pero también al presente es la hora en que algunos, a los cuales el Señor ha de resucitar, oirán su voz. Así la oyó Lázaro, cuando se le dijo: Ven fuera (Jn 11, 43); así la oyeron la hija del archisinagogo y el hijo de la viuda. Y dice claramente: y ahora es, porque por mí ya comienzan los muertos a resucitar.
2º) Puede referirse también a la resurrección del alma. Porque hay una doble resurrección: la de los cuerpos, que tendrá lugar, y todavía no se realiza, sino que se verificará en el juicio futuro; y la de las almas, de la muerte de la infidelidad a la vida de la fe, de la injusticia a la justicia, y esto ya es ahora. Por lo cual dice: Viene la hora, y ahora es cuando los muertos, esto es, los infieles y los pecadores, oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oyeren, vivirán, según la verdadera fe. (In Joan., V)