viernes, 29 de abril de 2022

29 de abril. San Pedro de Verona, mártir

 


29 de abril

San Pedro de Verona, mártir

Pedro nació en Verona, de padres contagiados por la herejía de los maniqueos; desde su infancia luchó contra los herejes. A la edad de siete años, cuando frecuentaba las escuelas, habiéndole interrogado una vez su tío paterno, hereje, qué había aprendido en ellas, respondió: El Símbolo de la fe cristiana. Jamás, ni por halago o amenaza del padre o del tío paterno se le pudo apartar de su constancia en esta fe. En la adolescencia fue a Bolonia a estudiar; allí, llamado por el Espíritu Santo a un género de vida más elevado, abrazó la Orden de Predicadores.

En la religión brilló con el esplendor de grandes virtudes. De tal suerte guardó la pureza de cuerpo y alma, que jamás se vio manchado por ningún pecado mortal. Castigaba su carne con ayunos y vigilias, y ocupaba su mente en la divina contemplación. Era infatigable en procurar la salvación de las almas. Por particular don de la gracia, refutaba con gran energía a los herejes. Tenía tal vehemencia su predicación, que acudían para oírle innumerables multitudes de hombres, y muchos se convertían a penitencia.

El ardor de su fe le inflamaba tanto que pedía constantemente al Señor la gracia de morir por ella; su petición fue oída, pues los herejes le dieron la muerte que poco antes predicando había predicho. Ejerciendo, pues, el cargo de inquisidor, al regresar de Como a Milán, un impío sicario le hirió por dos veces en la cabeza con la espada. Y ya moribundo, en aquel momento supremo pronunció el Símbolo de la fe que en su infancia había confesado con varonil valentía. Por último, al herirle otra vez el sicario en el costado, voló al cielo a recibir la palma del martirio, en el año de gracia mil doscientos cincuenta y dos. Ilustre por sus muchos milagros, el Papa Inocencio IV le inscribió al año siguiente en el número de los Mártires.

 

Oremos.

Te rogamos nos concedas, omnipotente Dios, que imitemos con la debida devoción la fe de tu bienaventurado Mártir Pedro; el cual, por la propagación de la misma fe, mereció obtener la palma del martirio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.