jueves, 7 de abril de 2022

Todo Para Dios (I). Hora Santa con San Pedro Julián Eymard

 

Todo Para Dios (I). Hora Sa... by IGLESIA DEL SALVADOR DE TOL...

 

TODO PARA DIOS (I)

CONSEJOS DE VIDA ESPIRITUAL

Hay un principio universal y eterno que siempre conviene tener presente ante nuestra conciencia y delante de Dios, a saber: Que hemos de ser del todo y siempre de Dios; saber entregarnos totalmente a Dios como fin y a su voluntad actual como medio.

Sed de Jesús como la esposa de su corazón, como el esclavo de su Sacramento, como el apóstol de su amor.

Sed de Jesús con libertad de medios, pero con unidad de fin.

Sed de Jesús como lo son los Ángeles en el cielo: gozosos y alegres en su servicio, sencillos y desinteresados en vuestra entrega, por lo menos casi siempre.

La llama que brota del fuego no vuelve sobre sí misma; sube de continuo porque otra llama la obliga; ni tiene tiempo ni movimiento para ello.

Dios solo basta a un alma. Poseerle es su mayor bien, amarle su mayor placer, servirle su mayor gloria.

Nada puede suplir a Dios, y Él suple admirablemente a todo lo existente. De todo se puede prescindir menos de Dios.

La mayor de las riquezas es aspirar y trabajar en poseer siempre menos, es decir, la nada de Jesucristo. Sólo a Él hemos de agradar y entregarnos: los hombres no son más que espinas

 

Para ser íntegramente de Dios

Grabad en vuestra mente estas tres reglas de conducta:

1.-La primera es la de hacer todo por agradar a Dios. Esta ha de ser la intención general y particular de vuestras acciones. Esta norma es más bien un sentimiento que un pensamiento actual: interviene en todo lo vuestro y os deja obrar con sencillez.

Os basta una intención general. Sin embargo, cuando hayáis de ejercitar algo penoso, un sacrificio costoso, una intención particular ayudará a vuestra alma.

Agradar a Dios es amar lo que Él ama, querer lo que Él quiere, odiar todo lo que es imperfecto.

2.-La segunda regla es haberse en todas las cosas con sencillez de espíritu, obrar en todo con libertad interior, hasta cuando Dios lo quiera y mientras a Él le pluguiere, en un espíritu de paz, haciendo las cosas con orden, con rigurosa sucesión, con moderación y paciencia, esforzándoos en ejecutarlas bien más que en veros libres de ellas. Tomad por modelo al niño que obedece en todo y no se apega a nada.

3.-La tercera regla es ésta: Vivid algo más en Dios como en vuestro centro, y no os estorbará ni os distraerá nada. Os sentiréis entonces en presencia del Dios que todo lo vivifica, que lo ve todo y que dirige el alma en todas sus acciones.

Dad de esta manera y siempre vuestro corazón a Dios por la pureza de intención, por el cariño a su amor, por la confianza en su divina misericordia.

Dirigid a menudo jaculatorias amorosas al buen maestro. Las jaculatorias son para el alma lo que la respiración al corazón: es decir, su vida.

Hay que llegar a que Jesús os baste ¡Qué felicidad la de vivir dirigido por Jesús! Mas es preciso encerrarse en su corazón divino para ser impregnado de su espíritu, modelado y cincelado por sus manos divinas.

 

Sin reservas ni divisiones

Sed plenamente de nuestro Señor, así como Él lo es todo vuestro. No reservéis nada en vuestra entrega ni dividáis vuestro corazón; no tengáis otro sentir que su adorable y amabilísima voluntad.

Cuando se conoce bien al buen Jesús, ¿se lo puede comparar a alguna cosa, y una vez gustadas las delicias de su amor, se puede vivir sin Él?

No, de ninguna manera, seríamos demasiado desgraciados.

Dichosos vosotros los que pertenecéis al Señor y queréis pertenecerle siempre.

Esta elección vale más que todas las coronas y puestos privilegiados del mundo.

Rico se sentirá quien tenga a Jesús por su mayor bien. Sed como un niño que siente, ama y agradece.

Dios piensa en vosotros.

Sed como la paloma pura y blanca del arca, que sólo descansa en el arca santa, que no conoce otro canto ni otro suspiro que el del amor.

No os miréis a la luz de vuestro amor propio, pues os llenaréis de miedo; ni en la hermosura de las criaturas, os turbaréis; ni en la balanza de vuestros méritos, que más pesaría vuestra pobreza; ni a la falsa claridad de los dichos humanos. Contemplaos en el Corazón bondadosísimo de Jesús, en su bondad tan maternal y tan tierna.

¡Ah!, entonces no os espantaréis de vosotros.

Procurad no fijaros en lo que dais al dulce maestro, ni querráis pensar en lo que os falta.

Arrojaos como una paja, como un hierro enmohecido a este horno incandescente. ¡Qué pronto os purificaréis, os fortificaréis, os abrasaréis y convertiréis en fuego!

¡No, no lo dudéis! El sacrificio que más agrada a Jesús es el del yo; la ofrenda más bella es la del corazón; la corona más hermosa, la de la flor mañanera que se abre al sol naciente y se cierra a una con el sol que se oculta.

 

La mejor parte con María

Daos siempre del todo a nuestro Señor, como la santísima Virgen, cual corresponde a sus vírgenes y siervas reales.

¡Qué parte más privilegiada habéis escogido! ¡Qué puro, qué bondadoso, qué amoroso es el Esposo y Rey de vuestro corazón y la ley única de vuestra vida!

Sed siempre completamente suya.

Recordad que una sierva está enteramente al servicio de este buen maestro y le sirve con alegría y con abnegación. Sabed que una esposa vive totalmente entregada al amor de su Esposo divino y no anhela más que agradarle y complacerle.

Vivid de la divina Eucaristía y para la divina Eucaristía, así como los Ángeles no viven más que de Dios en el cielo.

¿No es justo que Él tenga almas que el mundo llama grandes y las desearía para sí?

Quisiera tuvierais la más espléndida corona del mundo, la fortuna nupcial más envidiada para veros, como ahora os veo, entregadas a Jesús, Rey de amor, como sus siervas felices y esposas eternas.

¡Cuán pocas almas selectas, cuán pocos servidores nobles tiene Jesús nuestro maestro!

Tenéis que valer por mil, y vuestro servicio ha de equivaler al de diez mil; esto lo lograréis con una ferviente y generosa piedad eucarística.