sábado, 3 de julio de 2021

MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE JESÚS. DÍA 4

MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE JESÚS

                                                    Día 4               

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

ORACIÓN PARA COMENZAR CADA DÍA

Jesús mío, acepta todas aquellas buenas obras

que durante este mes me inspires;

en reparación por tantos desprecios,

ingratitudes y blasfemias cometidas por los hombres,

y para que la acción del maligno enemigo

no destruya el deseo y conocimiento de tu Amor

por parte de tus hijos.

Que la Devoción a la Divina Sangre

acerque las almas a tu Sagrado Corazón. Amén.

 

DÍA 4

LA SANGRE DIVINA DE JESÚS

Todo buen cristiano debe fijar con frecuencia su mirada en las llagas de Jesús crucificado de donde brota su preciosísima sangre. Durante la santa misa, ha de contemplar con devoción el cáliz consagrado que el sacerdote eleva en alto. Pero al hacerlo, no debe considerar sólo los sufrimientos del redentor, sino también ha de meditar en el hecho de que esa sangre, emanada de las venas de Jesús, es sangre Divina, es la sangre del Dios encarnado. Esa es la razón fundamental del culto a la preciosa sangre. De hecho, es de fe que en la persona de Jesucristo se unen dos naturalezas: la divina y la humana; por tanto, la sangre que Él derramó es sangre divina y humana, por ser la sangre de Jesús, verdadero Dios, y verdadero hombre. ¡Gran misterio incomprensible para toda mente creada! Dios quiso tomar nuestra humanidad y derramar su sangre para salvarnos: “Y el Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14). Por tanto, es digno de recibir la gloria y las bendiciones de nuestras almas, es digno de todo nuestro amor. Adoremos profundamente este misterio de sabiduría y amor elevando el himno de nuestra gratitud a la preciosa sangre de Jesús, por haber realizado así la salvación de nuestras almas.

 

EJEMPLO

La Beata María de Mattias nacida en Vallecorsa (Italia) el 4 de febrero de 1805 fue un alma verdaderamente devota de la preciosa sangre de Jesús. Ella, impregnada de las enseñanzas de San Gaspar del Búfalo, decidió ingresar en un convento. Con este convencimiento fue a pedir consejo al santo misionario y éste, por inspiración divina, le dijo que el Señor la llamaba a otra misión. La puso bajo la guía espiritual del Venerable Don Giovanni Merlini, sacerdote y moderador general de la sociedad de los Misionera de la Preciosísima Sangre.

La joven dejó a su familia y se marchó a Acuto en el Lazio, donde, después de varias dificultades, abrió la primera casa y escuela de las Adoratrices de la Sangre de Cristo. A pesar de todos los obstáculos, privaciones, luchas y sufrimientos, fundó nuevas casas para la educación cristiana de las jóvenes. No solamente fue muy devota de la preciosa sangre, sino que pasó toda su vida difundiendo este culto. Repetía constantemente a las hermanas de su orden: “No se alejen nunca vuestros corazones de aquel manantial eterno que en la herida amorosa del costado de Jesús brotaron sangre y agua. Jesús Crucificado, nuestro Esposo, aliviará todos los sufrimientos de nuestra vida si se los ofrecemos por amor a Dios”.

Murió en Roma el 20 de agosto 1886 y fue beatificada en el año santo de 1950. Su cuerpo descansa en la Iglesia de la Preciosa Sangre en Roma, en el Barrio Latino. Desde su Altar brotan gracias y bendiciones para los que recurren a su intercesión.

 

INTENCIÓN: Besaré el crucifijo diciendo: ¡Divina sangre del redentor, yo te adoro y te amo!

 

JACULATORIA: Divina sangre de Jesús aumenta mi fe y otorga fuerza a mi alma.

 

 

 

ORACIÓN PARA TERMINAR CADA DÍA

Oración de San Gáspar de Búfalo

Oh, preciosa sangre de mi Señor,
que yo te ame y te alabe para siempre.
¡Oh, amor de mi Señor convertido en una llaga!
Cuán lejos estamos de la conformidad con tu vida.
Oh Sangre de Jesucristo, bálsamo de nuestras almas,
fuente de misericordia, deja que mi lengua,
impregnada por tu sangre

en la celebración diaria de la misa,
te bendiga ahora y siempre.
Oh, Señor, ¿quién no te amará?
¿Quién no arderá de agradecido afecto por ti?
Tus heridas, tu sangre, tus espinas, la cruz,
la sangre divina en particular,

derramada hasta la última gota,
¡con qué elocuente voz grita a mi pobre corazón!
Ya que agonizaste y moriste por mí para salvarme,
yo daré también mi vida, si será necesario,
para poder llegar a la bendita posesión del cielo.
Oh Jesús, que te has hecho redención para nosotros,
de tu costado abierto, arca de la salvación,

horno de la caridad,
salió sangre y agua, signo de los sacramentos

y de la ternura de tu amor,
¡Seas adorado y bendecido por siempre, oh Cristo,
que nos has amado y lavado en tu preciosísima sangre!
Amén.

 

V/. Alabada sea la Preciosísima Sangre de Jesús.

R/. Sea por siempre bendita y alabada.