LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Comentario al Evangelio
San Alfonso María de Ligorio
Decía San José de Calasanz que «no sabe ganar a Cristo el que no sabe sufrir por Cristo». Y antes lo había dicho el Apóstol: Porque entiendo que los padecimientos del tiempo presente no guardan proporción con la gloria que se ha de manifestar en orden a nosotros [8]. Extraordinaria ganancia sería padecer todas las penalidades sufridas por los santos mártires, durante nuestra vida, a trueque de disfrutar, aunque fuera sólo un momento, de la gloria del paraíso; luego, ¿con cuánta mayor razón habremos de abrazarnos con nuestra cruz, sabiendo que los trabajos de esta breve vida nos conquistarán la bienaventuranza eterna? Porque ese momentáneo, ligero, de nuestra tribulación, nos produce, con exceso incalculable, siempre creciente, un eterno caudal de gloria [9]. San Agapito, jovencillo de pocos años, cuando el tirano le amenazó con abrasarle la cabeza con un yelmo encendido respondió: «Y ¿qué mayor fortuna podría ser la mía que perder la cabeza para verla coronada luego en la gloria?». Esto hacía exclamar a San Francisco: «Tan grande es el bien que espero, que las penas se me tornan gozos». Quien quiera la corona del cielo, fuerza es que pase por tribulaciones y trabajos: Si constantemente sufrimos, también con Él reinaremos [10]. No puede darse premio sin mérito, ni mérito sin paciencia. No es coronado si no lucha conforme a la ley [11]. Y al que con más paciencia combatiere, le ha de caber mayor corona.