MES DE MARÍA O MES DE MAYO CONSAGRADO A LA SANTÍSIMA VIRGEN
SEGÚN SE HACÍA EN LA IGLESIA DEL COLEGIO IMPERIAL DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
DÍA 27
Por la señal …
ORACIÓN DEDICATORIA
¡Oh, dulce Virgen! De purpúreas flores,
cada día pondré guirnalda hermosa
en tus sienes divinas,
y me serán regalos las espinas,
Pues la que nace de ellas, pura rosa,
tantos alcanza en coronarte honores.
Tú en galardón; lo espero, Madre mía;
mi frente humilde ceñirás un día.
Canto
ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra! ¡Oh Paraíso del nuevo Adán sin serpiente! ¡Oh Lirio de los valles, Azucena sin mancha, Flor sin espinas, Rosa Mística! ¡Oh Flor de Jesé, Palma de Cadés, Cedro del Líbano! ¡Oh Flor de todas las virtudes y Árbol de todas las gracias, cuyo Dulcísimo fruto es Nuestro Señor Jesucristo! Siempre te amamos, siempre te invocamos, pero especialmente en este mes de las flores que dedicamos a tu Amor. Haz que en nuestras almas florezcan todas las virtudes y fructifique Nuestro Señor Jesucristo, en gracia y santidad. Y pues eres fuente sellada y pura, no permitas que se sequen jamás en nuestras almas la flor de tu devoción y el fruto del Amor a Jesucristo, tu Hijo. Amén.
MEDITACIÓN
DÍA VEINTISIETE
De los ejemplos que nos dio Jesús siendo joven.
Jesús, en su juventud, fue obediente a María y a José. ¡Sujetarse Dios a sus criaturas! ¿Y en qué? En los oficios y ministerios más viles: en aserrar madera, barrer la casa y cosas semejantes, todo con el fin de que le tuviesen por hijo de un pobre carpintero, y darnos ejemplo de este modo. ¿Y cómo obedecía? Con sumisión, presteza y gozo. ¡Oh, cuánto condena esta conducta nuestra desobediencia!
Jesús, en su juventud, estaba siempre ocupado en trabajar o en orar. ¿Se le podía seguir algún daño de estar ocioso? ¿Tenía peligro de caer en alguna tentación? No; pero quería dar ejemplo a todos los jóvenes que son débiles y frágiles de lo que deben hacer para resistirlas y vencerlas.
A Jesús se le veía crecer en virtudes al paso que crecía en edad, no sólo delante de Dios, sino también delante de los hombres, para enseñarnos que también nosotros debemos ir creciendo y edificando al prójimo con el porte exterior cada vez más. Pero adviértase que antes aparece santo delante de Dios que, a vista de los hombres, para que aprendamos a poner nuestro primer cuidado en agradar a Dios. ¡Qué reprensión tan acre es, para mi conducta, la conducta de Jesús! ¡Cuánto condena mi atraso en la virtud, mis perniciosos ejemplos, mis respetos humanos!
EJEMPLO
Dominica del Paraíso; monja del Orden de Santo Domingo, fue desde niña muy obediente; a imitación de Jesús, y en premio recibió de la Virgen Santísima singulares favores. Se cuenta en su vida[1] que, siendo aún de pocos años, se le apareció la Reina de los ángeles y le dio los consejos siguientes: «Sé muy obediente a tu madre (ya su padre había muerto); muestra a todos en casa respeto y humildad; ten paz con todos, y no des nunca motivo a rencillas y discordias; antes has de poner un ascua en la lengua que decir una mentira; habla poco; ten abiertos los ojos para mirar al cielo, y ciérralos a las cosas de la tierra; cuida mucho de no tocar a nadie, ni aun a ti misma, ni mirar parte alguna de tu cuerpo; huye de la sombra de cualquier pecado, y para acertar en todo, nada hagas sin consultarlo primero con Dios» La inocente niña tomó todos estos consejos y empezó a practicarlos a la letra, de suerte que cuando había de lavarse se envolvía en un lienzo la mano derecha, y así se lavaba la cara y la otra mano, sin consentir que una hermana suya de mayor edad le lavase nunca la cabeza, hasta que, obligándola un día, fue a pedir consejo a la Virgen. Esta Señora le dijo que no fuese tan nimia y escrupulosa, y que no mostrase a su hermana resistencia ninguna en las cosas necesarias, porque su intención no había sido tal en los avisos que le dio. Así lo hizo de allí en adelante. No mucho después, su madre, que se llamaba Constanza, le dio tela para que se hiciese un vestido. Ella quedó confusa, porque por una parte le había prevenido la Virgen que en todo obedeciese a su madre, y por otra no sabía ni cortar ni coser. En esta duda acudió a la Madre de Dios, se le apareció y le enseñó cómo había de hacer el vestido. «Señora, dijo la niña, habiendo estado muy atenta, si Vos no empezáis, nunca aprenderé» Entonces la benignísima Madre de Aquel de quien está escrito que trata con los sencillos, tomó las tijeras, cortó el vestido; preparó la aguja y empezó a coser. Con sólo esto, aunque la niña era una pobre campesina, aprendió con tal perfección el arte de costurera, que no tenía igual. Y como no pudiese todavía, por su tierna edad, manejar bien las tijeras, le bendijo la Virgen las manecitas, y añadió: «Ahora haz cuanto te tengo dicho», y desapareció. ¿Quién no admira y alaba la amabilidad de está Reina dulcísima? ¿Y quién no ve que, si hizo con Dominica oficio de madre, fue en premio de su obediencia?
OBSEQUIO
Nunca estés ocioso, y si no tienes que hacer, será bueno que leas un libro que trate de los elogios de la Virgen.
JACULATORIA
Muestra que eres mi madre.
PARA FINALIZAR
3 avemarías
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.