MES DE MARÍA O MES DE MAYO CONSAGRADO A LA SANTÍSIMA VIRGEN
SEGÚN SE HACÍA EN LA IGLESIA DEL COLEGIO IMPERIAL DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
DÍA 12
Por la señal …
ORACIÓN DEDICATORIA
¡Oh, dulce Virgen! De purpúreas flores,
cada día pondré guirnalda hermosa
en tus sienes divinas,
y me serán regalos las espinas,
Pues la que nace de ellas, pura rosa,
tantos alcanza en coronarte honores.
Tú en galardón; lo espero, Madre mía;
mi frente humilde ceñirás un día.
Canto
ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra! ¡Oh Paraíso del nuevo Adán sin serpiente! ¡Oh Lirio de los valles, Azucena sin mancha, Flor sin espinas, Rosa Mística! ¡Oh Flor de Jesé, Palma de Cadés, Cedro del Líbano! ¡Oh Flor de todas las virtudes y Árbol de todas las gracias, cuyo Dulcísimo fruto es Nuestro Señor Jesucristo! Siempre te amamos, siempre te invocamos, pero especialmente en este mes de las flores que dedicamos a tu Amor. Haz que en nuestras almas florezcan todas las virtudes y fructifique Nuestro Señor Jesucristo, en gracia y santidad. Y pues eres fuente sellada y pura, no permitas que se sequen jamás en nuestras almas la flor de tu devoción y el fruto del Amor a Jesucristo, tu Hijo. Amén.
MEDITACIÓN
DÍA DOCE
De la ingratitud del cristiano para con su Dios.
¿Qué más podéis hace, Dios mío; para salvarme? No sabré decirlo. Si me llamáis con silbidos de misericordia, yo, con vana confianza en vuestra bondad,
os estoy ofendiendo. Si me aterráis con el rigor de vuestra justicia, desconfío de vuestra misericordia y sigo pecando; si me ablandáis el corazón, no por eso dejo de pecar; si me amenazáis, tampoco. Ahora baño en lágrimas los pies de un Crucifijo, y luego con mis recaídas le abro otra vez las llagas. ¿Qué abismo es este de malicia, de ingratitud y de perfidia?
Dios mío, ¿qué os queda que hacer para salvarme? Vos me habéis criado en el seno de la santa Iglesia, me habéis dado luz para conoceros, inspiraciones que me despierten, auxilios con que resista a las tentaciones, sacramentos que me sanen y justifiquen, ejemplos que me alienten al bien y tribulaciones que me vuelvan a Vos. Pequé; pudisteis castigarme, y me perdonasteis. Con otros habéis sido rígido; conmigo habéis usado siempre de misericordia. Nada, en fin, os ha quedado que hacer para convertirme, ni a mí tampoco para resistir y endurecerme.
¿Y qué más os puedo pedir para salvarme, Dios mío? ¿Vuestra sangre? Toda la habéis derramado por mí. ¿Vuestra alma? La entregasteis al Padre por mí. ¿Vuestro cuerpo? Fue crucificado por mí. ¿Vuestra carne? Siempre está a punto para ser mi alimento. Yo no sé qué nuevo beneficio pueda pediros, y con todo, siempre que os ofendo parece que en mi corazón me quejo de Vos como si me faltase vuestra gracia. ¡Ah, cuán insensato soy si no conozco que corro al precipicio sólo por mi culpa, y sólo de malicia!
EJEMPLO
Aunque para salvarnos sea preciso un favor extraordinario y grande, podernos obtenerle por medio de Maria. Arribó a Travancor, en la India, una nave en que iba un soldado que había perdido toda esperanza de salvación, por haber entregado su alma en manos del demonio. Pero llegado a tierra, entró, por disposición de Dios, en una iglesia, y se puso de rodillas delante de una imagen de María Santísima, pidiéndole que le ayudase y alcanzase perdón de su divino Hijo. Estando así vio que el Niño Jesús, que tenía su Madre en los brazos, empezó a llorar con tal abundancia que, corriendo las lágrimas por las manos de la Virgen, caían en el altar, dejando bañados los manteles. Entonces el soldado prorrumpió también en un llanto copioso; y sintió reanimarse en su pecho la esperanza de alcanzar el perdón por medio de aquella Madre piadosa, fuente y venero de misericordia, no dudando que, pues el Hijo le recibía con lágrimas, le había de perdonar por los ruegos de la Madre. El hecho no pudo quedar oculto; fueron corriendo los compañeros de la navegación a ver el milagro, y encontraron todavía los manteles del altar empapados en lágrimas corno testimonio de lo sucedido. El resultado fue que el militar hizo al instante una dolorosa confesión general y voto de entrar en religión, como lo cumplió, para unirse con Dios más íntimamente el que antes lo había estado con el enemigo infernal.
OBSEQUIO
Una visita a la Santísima Virgen, pidiéndole nos alcance la gracia de ser agradecidos a los beneficios que nos ha hecho su divino Hijo; y perdón de nuestra ingratitud.
JACULATORIA
Vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
PARA FINALIZAR
3 avemarías
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.